Un día de diversión y conocimiento. Así se planteó el día
para los cerca de 400 alumnos del Colegio de Santa María
Micaela del Santísimo Sacramento que fueron testigos de un
simulacro de incendio coordinado por la Protección Civil de
la Ciudad Autónoma. Una lección la que aprendieron ayer que
nunca olvidarán en caso de encontrarse con una emergencia y
que a buen seguro podrá salvar sus vidas y las de otros.
Una mañana apacible, cielos despejados y un sol de justicia
que indica que ya ha llegado el verano. De pronto, justo a
las 10.00 horas en el interior del centro suena una alarma.
Un sonido estridente y bien diferenciado y con la ayuda de
los profesores que imparten clase en esos momentos les
indica a los menores que se trata de la alarma de incendios.
En ese momento comienza la acción, empieza un simulacro muy
real.
Se trata del segundo ejercicio de este tipo que bajo la
coordinación de Protección Civil se realiza en los centros
educativos de primaria de la ciudad. A la cabeza del
operativo estuvo ayer el director general, Ángel Gómez,
seguido del jefe de Protección Civil, Juan Carlos Pérez
Aguilar y algunos colaboradores como Manuel Meléndez y
Juanma López. Gómez explicó que el ejercicio sirve además de
para pulir la preparación de los servicios de emergencia
para que en caso de una contingencia en el centro tanto
profesores como alumnos puedan evacuar de forma correcta. De
esta forma “una vez acabado el ejercicio, si observamos
alguna deficiencia tanto en el centro como en los servicios
trataremos de que se corrija”, sentenció el director general
de Protección Civil.
Esta labor de los simulacros se suma a la que periódicamente
Protección Civil realiza en los colegios con las charlas
formativas de prevención y actuación ante incendios,
inundaciones y movimientos sísmicos.
Siguiendo las órdenes de Protección Civil, tras hacer sonar
la alarma la dirección del centro hace una llamada de
emergencia al 112 y se pone en marcha el operativo.
A los pocos segundos de oírse la alarma comenzaron a
desfilar ordenadamente grupos de colegiales que iban
siguiendo atentamente las directrices que les marcaba un
profesor.
A lo lejos pero cada vez más cerca sonaban las bocinas de
ambulancia, vehículos de policía y bomberos que acudían al
colegio de las Adoratrices donde se había declarado un
incendio.
Cuando no habían pasado más de cinco minutos los primeros en
llegar fueron los bomberos que rápidamente estacionaron
frente a la entrada del edificio y comenzaron a desplegarse.
Después, la Policía Local y la ambulancia.
Casi sin darse cuenta y no habiendo pasado ni diez minutos
los casi 400 niños del Colegio de Santa María Micaela del
Santísimo Sacramento estaban fuera. Los profesores, junto
con la ayuda de efectivos de la policía, ubicaron a los
jóvenes en un descampado frente al edificio donde camparon a
sus anchas sanos y salvos mientras contemplaban absortos la
actuación de los servicios de emergencia.
Mientras, los bomberos localizaban al único herido, un
escolar que yacía desvanecido en uno de los pasillos y era
rápidamente trasladado a la ambulancia que le esperaba. Tras
el pertinente reconocimiento tanto médico como por su
excelente actuación, este pudo salir de su papel y reunirse
con sus compañeros.
Tras el ejercicio era “pronto” para una valoración seria y
exhaustiva aún así, el jefe de Protección Civil se mostró
satisfecho por el comportamiento de todos en el simulacro.
Será hoy cuando en una primera reunión entre los miembros de
Protección Civil se establecerán las primeras conclusiones.
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