¡ Válgame mi Señora, Santa María,
cuanta poca vergüenza! Capaces son de enviar al asesino
múltiple de Juana Chaos a su hogar, dulce hogar, como una
más de las cobardes claudicaciones del Ejecutivo para
conformar a Eta. Y los terroristas, se conforman y no matan,
pero envían caras de extorsión a los empresarios vascos
exigiéndoles un promedio de 120.000 euros, porque, de algo
tienen que comer los gandules etarras. Eso sí, yo, de ser
empresario vasco hacía una rueda de prensa y anunciaba que
los 120.000 euros los iba a pagar, pero a unos
alabonokosovares para, caso de problemas, comenzaran a
cortar unos cuantos pescuezo de prohombres del batasunerío.
Nada personal, por supuesto, puro instinto de supervivencia,
como en aquellos durísimos años ochenta hiciera el
empresario Olarra, que tenía a los etarras y a sus familias
amenazados. ¿Qué dicen? ¿Qué los buenos no reaccionan sino
que se hartan de llorar? Contra la extorsión terroristas no
valen lloros, sino respuestas impregnadas de testiculina y,
enfrente, un Ejecutivo que, al ser incapaz de cortar el
problema de raíz ¡con lo fácil que es!, ha de mirar
prudentemente hacia otros confines si, los ciudadanos
amenazados, comienzan a defenderse por sus propios medios.
¿Qué están murmurando con gestos llenos de reticencia? ¿Qué
en España no existe la legítima defensa y que la ley es
garantista con los criminales y despiadada y restrictiva con
las víctimas? Bueno, eso por ahora, porque, les puedo
garantizar que todo cambiará cuando vuelvan los peperos. De
verdad, no es hacer propaganda facilota y burda. Sé y he
confirmado que, en estos duros años de oposición, viendo
desmembrarse España, pasar bandidos por las fronteras para
delinquir impunemente, la chulería de los abertzales, el
ridículo internacional y el compadreo con el viejo y cruel
dinosaurio Fidel Castro, los peperos han tragado tanto y lo
han vivido y sentido con tantas fatiguitas de impotencia
que, si teníamos que aprender alguna lección la hemos
aprendido y de memorieta. Con puntos y comas. Con los puntos
de venta de drogas por parte de insolentes camellos
extranjeros en barrios que antaño fueron un encanto y que
hoy son guetos de marginalidad y de delincuencia de donde
los ciudadanos tienen que huir, lease Lavapies y sirva de
somera punta del iceberg de todos aquellos enclaves de los
que se dice, con un suspiro de resignación que “la policía
no puede entrar”. Y con comas, de lo que no pueden comer
nuestros jubilados con pensiones de mierda, mientras los
dineros se despilfarran y hacen trizas en una cooperación
internacional que consiste en, desasistir a los españoles
pobres para engordar las cuentas suizas de los corruptos
gobernantes de los países tercermundistas, o construir
hospitales en Nueva Guinea-Papua mientras en España rebrotan
la tuberculosis y las enfermedades venereas. “Los peperillos,
laten hoy con la España que no come solomillo”. Estar en la
oposición es varapalo, lección de humildad, oportunidad de
crecimiento, pocos coches oficiales y mucho tirar de los
veinte euros en la gasolinera, menos privilegios y más
realidades. Y desde la realidad se aprenden duras e
impagables lecciones, como puede ser la del fallo
estrepitoso del sistema al aplicar el art.14 de la
Constitución, ese que consagra ilusoriamente un Principio de
Igualdad que es un puro eufemismo para quedar bien y darse
pisto. Porque, si excarcelan al sanguinario de Juana,
idéntico criterio han de aplicar para vaciar esas
enfermerías de las cárceles, llenas de criaturas que, les
aseguro, no han asesinado a veinticinco inocentes. Y si no
lo aplican es que, son unos inconstitucionales, unos
sinvergüenzas y unos golfos. Y el pueblo español no vota a
indigentes morales, ni a cobardones, ni a ventajistas, ni a
jiñáos. Desde la oposición se aprende mucha gramática parda,
se compadrea más de cerca con las penas del pueblo, se
humaniza uno sin más remedio. Bendita oposición, bendita
poda brutal de votos peperos, si significa rebrotar del
tronco común con más fuerza y con la esperanza puesta en la
primavera. Bendita sea.
|