Cuando la fluidez del Lenguaje se deteriora, el niño repite,
vacila o prolonga los sonidos, en una serie de espasmos del
aparato fonatorio; es lo que caracteriza la alteración del
Lenguaje, conocida como tartamudez, que ataca más a los
varones, ya que por cada dos niños hay una niña con esa
anomalía. Los expertos recomiendan estar alerta ante los
problemas del Lenguaje de los niños. Aunque sin angustiarse.
En la mayoría de los casos, el tartamudeo comienza entre los
dos y los seis años. Uno de los temas, que más interés ha
despertado en los últimos tiempos, es la aparición de un
fármaco prometedor, que podría convertirse en un tratamiento
eficaz contra la tartamudez. En el nuevo medicamento tienen
puestas sus esperanzas muchos tartamudos. Los resultados de
los primeros ensayos son más que optimistas, y ahora se
necesita ponerlo a prueba con más voluntarios para saber si
realmente es un medicamento seguro y eficaz. Si se consigue,
tendríamos el primer tratamiento médico aprobado
científicamente contra la tartamudez.
El fármaco en cuestión –“pagoclone”- no fue creado
originalmente para tratar disfunciones del habla, sino
contra la ansiedad y los ataques de pánico. Cuando se
ensayaba, había un pequeño grupo de voluntarios que, además,
eran tartamudos. Al tomar el medicamento, su tartamudez
disminuyó de forma muy importante, y fue la señal que el
laboratorio necesitó para orientar sus ensayos clínicos a
las personas tartamudas.
Los estudios realizados han mostrado que es un medicamento
seguro y bien tolerado, un punto muy interesante por
tratarse de un fármaco que debería tomarse de una forma
continuada. En el estudio, el 55% de los 132 pacientes
mejoraron. Se sabe que no curará, pero promete ser un
tratamiento paliativo.
La mayoría de los expertos que se dedican a investigar en
este campo, también son tartamudos. De ahí que el interés de
investigadores y médicos afectados pueden ser una de las
razones de que la tartamudez se afronte ahora desde el punto
de vista médico. Y, probablemente, el motivo por el que ha
pasado de ser considerado solo una cuestión emocional, a un
problema complejo en que el conviven motivos personales,
alteraciones neurológicas y genéticas. Ahora se investiga la
tartamudez y se hace con modernas técnicas de imagen que
escrutinan el cerebro, estudios de ADN y otras tecnologías
avanzadas.
Las primeras pruebas de que el cerebro del tartamudo no es
igual al de las personas que hablan con fluidez, aparecen en
1996. Investigadores alemanes también demostraron con
imágenes de resonancia magnética que las personas tartamudas
presentan “desconexiones” en una región del cerebro asociado
con el lenguaje.
Algunos psicólogos defienden el componente emocional. “Cada
caso es diferente. Los factores genéticos existen, pero no
en todos los casos, también los neurológicos y siempre hay
un problema emocional. Por eso, los tratamientos de
Logopedia fallan tan a menudo, porque no tienen en cuenta
ese componente emocional. De hecho existe un método para
hablar con fluidez, sincronizando el habla con la
respiración. Para explicar esta dificultad se apuesta una
teoría multifactorial. Según esta propuesta, en algunos
casos se recibe por herencia una debilidad fisiológica que
facilita el descontrol del aparato fonador, y que podría
plasmarse en un funcionamiento diferente del cerebro o
posiblemente en ambos. Las burlas son lo que más daño hace
al tartamudeo. Cuando me hice cargo de mi primera escuela,
todavía se solía tomar las lecciones de memoria y cuando le
tocaba a aquel alumno con el problema, él mismo se
“arrancaba” y la decía cantando. Sus compañeros se habían
acostumbrado y se lo tomaban con naturalidad. Y muchos
llegaron lejos: Isaac Newton, Oscar Wilde, Marilín Monroe,
Wiston Churchill… fueron claros exponentes de la tartamudez.
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