Durante los próximos siete días,
el presidente electo de la Ciudad Autónoma, Juan Vivas, y su
equipo de colaboradores más estrecho con el presidente del
Partido Popular, Pedro Gordillo, a la cabeza tendrán que
perfilar la estructura y la composición del futuro Gobierno
autonómico. Ni cuál sea el número y las competencias de las
Consejerías y Viceconsejerías a formar ni cuáles sean los
nombres de sus responsables políticos es un asunto baladí
para la ciudad, que tras la resaca electoral espera la
vuelta a la Asamblea de sus representantes institucionales
para comprobar si sus acciones responden a lo que los
ciudadanos refrendaron en las urnas.
Sin entrar en la mística de las grandes problemas
electorales concretas, en las que es mucho más fácil caer
para los partidos que saben que van a estar en la
Administración, la campaña de Vivas, Gordillo y compañía se
basó en una filosofía: la de prolongar el trabajo realizado
durante los últimos seis años, que con la confianza
depositada mayoritariamente por la ciudadanía en el proyecto
el pasado domingo llegará a la década en 2011.
En este momento es clave que ninguno de los representantes
del pueblo de Ceuta en la institución autonómica, y aún
aquellos que no la obtuvieron o renunciaron a ella,
recuerden lo que han prometido hacer durante las dos semanas
que precedieron a la cita con las urnas.
Debe alabarse, en ese sentido, el trabajo serio, riguroso y
sin florituras que ha llevado a cabo el Gobierno en
funciones durante los últimos días. La estructura pública de
la ciudad ha seguido funcionando y se han cumplido en plazo
y sin retrasos las acciones que era preciso acometer de
urgencia. Ahora, en apenas dos semanas, el nuevo gabinete
que asumirá la responsabilidad de llevar las riendas de la
Administración Pública durante los próximos cuatro años
tiene una deuda pendiente con sus votantes que deberá pagar
con su trabajo de aquí a 2011, tal como le premiaron por
hacer desde 2001 hasta ahora.
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