Este veterano ceutí se enorgullece de haber estado
sirviendo al Estado Español en la antigua plaza militar del
Sáhara. Pese a estar en aquella zona en una de las épocas
más difíciles del periodo del protectorado español, con el
añadido si cabe ‘peligroso’, de pertenecer a la denominada
Policía Territorial, un cuerpo semejante en la actualidad al
de la Policía Nacional o Guardia Civil, José asegura que en
esos 17 meses en los que vivió en el Sáhara, concretamente
en la la ciudad del Aaiún, pudo conocer y aprender cosas que
“de otra forma nunca habría sabido”. Este veterano guarda un
grato recuerdo de su estancia en aquella plaza española y
comenta que aún hoy sigue manteniendo un especial cariño a
aquellos que “durante una época fueron nuestros hermanos y
que el Gobierno Español abandonó por cuestiones de política
internacional”, El próximo fin de semana será el
Encuentro de Veteranos del Sáhara en la ciudad. Asistirán
más de 100 antiguos militares.
Entre 1974 y 1975 el llamado Frente Polisario, (Frente para
la Liberación del Río de Oro) luchaba contra el Ejército
Español debido a que éste apoyaba a otro partido, conocido
como, Partido Unitario Nacional Saharaui.
Por aquellos años ya se barajaba el hecho de que España
quisiera abondar la zona, a lo que se añadieron fuertes
presiones internacionales por parte de Estados Unidos y de
la ONU. Era una época complicada para el Sáhara y
aproximadamente sobre el mes de marzo de 1974, José
Gutiérrez, un ceutí de unos 20 años, fue informado de que
tenía que cumplir con el servicio militar obligatorio
precisamente en aquella plaza militar perteneciente al
protectorado español.
Pregunta: ¿Cómo se tomaron en su casa aquella noticia?
Respuesta: Yo estaba durmiendo aquel día cuando sorteaban
los destinos para hacer la mili. Tenía el número 20 y fue
ese el que salió con destino para el Sáhara. Imagínate cómo
se lo tomó mi madre, es como si hace varios años se hubieran
enterado de que su hijo lo destinaban a frentes militares
tan complicados como Cosovo.
P: Eran tiempos difíciles los de aquella época. ¿Cuál fue
el panorama con el que se encontró al llegar a su destino en
el Sáhara?
R: Pese a ser ceutí y vivir en el continente africano, tenía
una idea muy equivocada de lo que era verdaderamente el
desierto. Pensaba que eran palmeras, arenita, oasis y un
poco, lo que me habían mostrado las películas americanas.
Cuando llegué al Aaiún vi desde el avión una enorme mancha
de agua y pensé que aquello era un lago, pero cuando
aterricé y conocí de cerca la zona, entendí que aquel sitio
era donde iban a vaciarse todas las aguas fecales del
emplazamiento militar. No había arena, porque aquel desierto
no era como el que todos pensamos, el de los oasis y las
palmeras están por otra zona, y sólo había piedras. En
aquellos momentos vi ante mí una vida muy dura.
P: ¿Cuál era su labor en el Aaiún?
R: Estaba destinado a la Unidad de Destinos. Mis tareas iban
desde coordinar los distintos chóferes que iban al desierto
a realizar cualquier tipo de misión, controlaba los censos
de inmigración de la zona, llevábamos la vigilancia de la
Casa del Gobernador, la de los bancos y también trabajos de
oficina como atender el correo, la unidad de servicio
interior, etc.
Yo suplí concretamente a un joven de ceuta que también había
estado destinado a la esta Unidad y que acababa de terminar
su servicio militar.
P: ¿Qué numero de tropas estaban destinadas a la zona en
aquella época?
R: Esa información se llevaba un poco en secreto por los
altos cargos del Ejército, pero calculo que habría entre
12.000 y 14.000 personas. Cada reemplazo eran de 4.000
personas y se hacían cuatro reemplazos por lo que siempre
había un número aproximado en la zona de 16.000 soldados.
P: ¿Cuál fue la experiencia que más le marcó de su
estancia en aquellas tierras?
R: Sin duda lo que más me marcó fue conocer la grandeza de
aquellos hombre azules, los verdaderos tuaregs, no lo que
hoy venden en cualquier país del desierto. Aquellos eran
personas amantes de su tierra, que pese a ser sumamente
esquiva para ofrecerles nada, ellos la aman con verdadera
pasión.
Además era una cultura muy rica. Las mujeres tenían un papel
principal en estas sociedades, no quedaban relegadas como en
otros países musulmanes a meros objetos de decoración.
P: ¿Hubo algún momento especialmente duro durante
aquellos 17 meses de estancia en el Sáhara?
R: Con 23 años, era más inconsciente que hoy en día y
vivimos momentos duros, indudablemente. Estábamos sometidos
a una estrecha vigilancia, teníamos toque de queda, los
coches tenían que llevar las luces interiores encendidas
cuando circulaban por la noche, caían bombas. Éramos muy
conscientes de lo que estaba sucediendo en aquellos años en
el ámbito internacional y ahora cuando lo pienso la verdad
es que me da verdadero terror. Yo además, estuve trabajando
para el Gobierno del Sáhara y transcribía documentos por lo
que me olía lo que se estaba preparando por parte del
Ejército Español.
P: ¿Con qué recuerdo se queda de aquellos meses en el
Aaiún?
R: Sin duda, el hecho de haber conocido una zona del mundo
que de otra forma nunca habría visitado y haber hecho buenos
amigos. Las circunstancias difíciles suelen unir a las
personas. Soy un enamorado del Sáhara.
P: ¿Qué sientes al conocer el estado actual del Sáhara?
R: Esto es una opinión muy particular, pero me duele ver lo
que está pasando con el pueblo saharaui.
El Estado Español dejó vendido a nuestros hermanos. Eran
unas personas que tenían el mismo documento de identidad que
nosotros y que nunca se sintieron colonizados, se sentían
españoles de verdad, eran la 54 provincia española.
No se puede mantener a un pueblo prisionero para siempre, yo
abogo por un pueblo saharaui libre y una República del
Sáhara independiente.
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