Era el eslogan del P P, confianza en el trabajo, confianza
en la seriedad, confianza en la efectividad y confianza en
las personas. No sé si en todas partes la Confianza se podía
adaptar al cabeza de lista, pero en Ceuta estaban el uno
para ese slogan y los votantes así lo han entendido.
Y no deja de ser un orgullo para esta tierra, a veces tan
incomprendida desde fuera, que haya sido su candidato, Juan
Vivas, el que haya logrado el % a su favor más elevado de
toda la geografía española.
Juan Vivas llegó en su momento a la presidencia de la Ciudad
Autónoma de Ceuta, tras el fracaso y la ruptura de aquella
aventura del GIL que venía en busca del maná y no esquivó
argumentos para hacerse con la presidencia de Ceuta, tras un
voto de censura inesperado.
Sin embargo, aquellos altercados, aquellos escándalos y
aquellos titulares abriendo portadas de periódicos de tirada
nacional y abriendo los informativos de las televisiones
iban a ser el punto de inflexión para que Ceuta dejara de
ser “mofa” en gran parte de la geografía española y pasara a
ser querida y, especialmente, respetada en todas las partes
de nuestro país.
Así pues, llegó Juan Vivas a la Presidencia, en medio de una
tempestad con la ruptura del GIL y casi con otra tempestad
en las propias filas “pepeistas”, porque él no había
encabezado la candidatura de 1999, pero en el tiempo que
estuvieron en la oposición estaba claro que tenía voz y
claridad de ideas. Era el candidato ideal para cambiar la
imagen de Ceuta, e incluso del propio grupo popular en la
“santa casa madre de la Ciudad Autónoma”.
¿ Hubo que partir de cero? Personalmente creo que no, pienso
que hubo que partir de “menos infinito”, porque había que
recuperar el prestigio y sanear los despilfarros de pocos
meses, que eran muy grandes.
Y aquí es donde se vio la seriedad de un equipo, posándose
en la seguridad de que hay que hacer cosas y hay que
hacerlas bien, asentándose en la sencillez y trabajando
mañana, tarde y noche.
Pronto se vio el cambio que había en la Presidencia de la
Ciudad Autónoma, y pronto se empezaron a ver las
transformaciones, con una nueva imagen, sin reuniones
regadas por los mejores “wiskies”, sin gastos de locura y
con las calles, la limpieza y el contacto diario con las
gentes que iban mejorando.
Se había dado con el presidente ideal, pero ese presidente
no era un político. Juan Vivas es un ejecutivo riguroso, que
va a hacer de esa rigurosidad el santo y seña de su
actuación diaria.
El presidente promete trabajo y lo cumple, el presidente
promete efectividad y ahí están los cambios de Ceuta en
estos seis años. El presidente quiere conocer, “ pateando la
calle”, la ciudad y no hay rincón de Ceuta que no conozca.
Esto trae sus resultados y en las elecciones de hace cuatro
años ya se vio que la gente miraba y veía lo que se estaba
haciendo: “habían bastado dos años para arrollar en las
elecciones”. Pero como los que venden humo no saben
reconocer los éxitos de los demás, no faltó quien achacó el
triunfo tan aplastante de Juan Vivas a aquel asunto de la
isla del Perejil, o algo parecido, en la que no creo que
Vivas haya pisado muchas veces.
Era el poner pegas por ponerlas, era el actuar como “mosca
cojonera” que azuzaba en los flancos que ellos habían dejado
sin tocar.
La goleada en 2003 fue grande, los adversarios nada podían
hacer y únicamente el grupo de Mohamed Alí logró tres
escaños en su presentación. Los demás, todos a la baja,
Mizziam 1, y el PSOE de María Antonia Palomo con dos,
tuvieron que aceptar, a regañadientes, la estruendosa
derrota.
Había cuatro años por delante en los que había que dar el
tirón de verdad. Había obras, muchas empezadas y había que
rematarlas y rematarlas bien.
La situación iba mejorando en todo. La imagen de Ceuta, del
estrecho hacia arriba cambió radicalmente. El presidente
sabía vender una imagen de Ceuta real y seria. Fuera se le
respetaba, en el partido y lejos del partido. Aún recuerdo
la noche en la que Juan Vivas estuvo en TVE en el programa
59 segundos y en contra de lo que los propios periodistas
hubieran querido, se dio una imagen de la ciudad como no se
había dado nunca.
A los pocos días de aquella intervención, me encontré en mi
pueblo – Piedrahita – con un amigo común de Juan Vivas y
mío, Esteban González Pons, ahora conseller de la Comunidad
Valenciana, y me decía:” Tenéis en Ceuta uno de los
políticos más efectivos y trabajadores…”. Era cierto y ya
desde las alturas del partido, creo que González Pons era
entonces el portavoz del PP en el Senado, se echaba la vista
a Ceuta y a su presidente.
Vivas estaba cuidando y promocionando la imagen que Ceuta
necesitaba y que el PP quería que tuviera.
En todo ese tiempo los escándalos, y las primeras páginas
con “algo” de Ceuta habían pasado a mejor vida y los ceutíes
de nacimiento o de adopción – como es mi caso – queríamos
que hablar de Ceuta fuera para algo bueno, no para ciertas
marrullerías que habían hipotecado la propia imagen de la
ciudad.
La segunda reválida la tenía que pasar Juan Vivas en las
elecciones del pasado domingo y se tomó la campaña con
seriedad y señorío, pero con mucho trabajo. No es que fuera
él a pegar los carteles ¡¡Mejor fuera!!, pero sí que estuvo
en la calle donde había que estar, donde estaba la gente,
con amabilidad y con la elegancia y la sensatez del
presidente de una Ciudad Autónoma.
Las encuestas, desde pronto le daban como ganador y con
mucha diferencia, pero él quería rematar la faena un poco
más, eso sí, sin entrar al trapo cuando se pedía un “cara a
cara” con quienes nada tenían que perder y si algo que ganar
en ese enfrentamiento. Por eso, Vivas estuvo donde tenía que
estar, los votantes lo entendían así e incluso en zonas que
eran más proclives a otras opciones políticas obtuvo buen
resultado.
La primera sorpresa favorable para Juan Vivas, en el
recuento, estuvo en una mesa, creo que en O`Donnell, las
primeras 100 papeletas fueron todas para él. El recuento
tuvo muy pocos vaivenes, desde pronto se plantó en los 18
escaños y la cuestión estaba en ver quien se iba a llevar
uno que “andaba bailando” toda la noche. Al final, el escaño
19 también fue para el PP.
Y ahora, con todo esto reseñado, hay que hacerse la pregunta
¿ Por qué volvió a arrollar? Lo primero que debemos decir es
que ahora no hubo ni “perejil, ni hierbabuena” que le
apoyara. Ahora lo que volvió a haber fueron los hechos que
han transformado la ciudad, que la han hecho más cómoda, más
moderna y más a tono con lo que es el siglo XXI.
Y como los que van a votar, salvo los que tienen la mente
puesta en unas siglas de en antemano, se fijan en lo que se
ha hecho, si ha sido todo lo más que se puede, sin vender
milongas, pues los votos se los lleva la efectividad y los
hechos reales, no las promesas y los cantos al sol que no se
reflejan en ninguna parte.
Es cierto que Juan Vivas se ha puesto a sí mismo un listón
muy alto. Particularmente creo que es capaz de superarlo
para la próxima edición. Y puede superar ese y otros más
altos, si sigue siendo él, si sigue haciendo el trabajo en
vez de estar mirando al firmamento y si sabe, como hasta
ahora, por donde se ha comenzado y por donde hay que
terminar:
- Un puerto cada vez más atractivo.
- Unas calles peatonales que no han hecho que en los
alrededores haya más atascos.
- Un desdoblamiento de Las Palmeras.
- Una Plaza de los Reyes remodelada.
- Las barriadas más cerca y mejor atendidas…
Son muchas las cosas que se hicieron. Seis años han dado
para mucho, estos cuatro darán para algo más.
Y como esto no habrá pasado desapercibido para Juan Vivas se
lo recordamos: “Los fondos FEDER irán perdiendo valor, por
lo que un ejecutivo , economista de solvencia, estará
preparando ya la ciudad y sus ingresos para que no se frene
el ritmo, cuando esos fondos se hayan recortado mucho o no
existan”. Ceuta, el pasado domingo, volvió a ser portada
nacional, pero por algo honroso, porque su presidente fue el
más votado porcentualmente de toda España.
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