… es el pedófilo muerto. Es mi
opinión y sé que, el tema de la pena de muerte provoca
muchas controversias entre los bienpensantes. Que no,
precisamente, entre los católicos, de hecho, es normal que,
los ejércitos entren en combate a matar a los enemigos, tras
las bendiciones a golpe de hisopo y los paternosters de los
capellanes castrenses, que bendicen a la tropa antes de que
se presten a dar , tanto el pecho como el do de pecho.
Finiquitando al de enfrente. Que puede que sea el enemigo,
pero también una excelente persona y un honrado ciudadano.
Pero en las guerras pasa eso, que las gentes se matan y todo
el mundo lo ve muy lógico. Hasta en las guerras
humanitarias, que es una pamplinera acepción eufemística que
justifica moralmente las intervenciones de “los buenos”
contra “los malos” hasta en esas contiendas se erradica al
contrario, precisamente por ser malo.
¿Qué dicen? ¿Qué si me declaro partidaria de la pena de
muerte en determinados supuestos? Haré una reflexión acerca
del significado de contiendas bélicas y ejércitos enemigos
¿No creen ustedes que, en nuestra sociedad estamos en una
permanente guerra contra el mal? Y encima totalmente
indefensos, porque, en España no estamos, ni en los Estados
Unidos de América donde, cualquier ciudadano puede poseer un
arma y defenderse con ella cuando se vea agredido, ni en
otros países europeos donde, la legítima defensa es sagrada
y si repeles con contundencia al criminal que allana tu
morada para dañarte, no pasa estrictamente nada. En España
te la tienes que coger con papel de fumar para defenderte,
supongo que, si viene el violador con las manos vacías, la
víctima no podría repeler la agresión pegándole un tiro ni
con un cuchillo y como se trata de una agresión sexual, para
que exista correlación de fuerzas, la señora habría de
neutralizar al violador arreándole con una teta en la
cabeza. Creo en el derecho de cualquier persona honrada a
defenderse y creo firmemente en el derecho de la sociedad a
utilizar todas las armas a su alcance contra el mal. El
crimen y la delincuencia son el enemigo a abatir, pero se
aceptan prisioneros de guerra, no ganduleando en los patios
de las cárceles fumando canutos, sino purgando su deuda con
la sociedad trabajando en reforestación, haciendo pantanos,
carreteras y todo aquello que suponga un beneficio para los
perjudicados, que son todos los ciudadanos que padecen el
temor y que viven amargados por la inseguridad. Aunque para
mí, existen delitos que merecen una respuesta contundente y
total, así que venga el pater, cante los gorigoris, agite el
inciensario y mire de reojo a los EEUU a la hora de
finiquitar a esa ralea inmunda que son los pedófilos y los
infanticidas. Y que los padres que me lean se pongan una
mano en el pecho. Existen alimañas malparidas que no merecen
coexistir con los seres humanos, sencillamente, porque no
son humanos. Y tampoco me parece honrado para con los
contribuyentes, el meterles a esa escoria la cadena perpetua
y que estén viviendo de gorra todas sus miserables vidas,
tres comidas al día, cama, patio y televisión, amén de
taller de manualidades. Para mí, como creyente, los
pedófilos y los infanticidas son los principales merecedores
del favor del sueño eterno, inmediatamente seguidos por los
terroristas. Ellos constituyen el enemigo común, nuestra
guerra es puramente humanitaria, a favor del bien y contra
el mal y estamos legitimados moralmente como parte
perjudicada. Lo que no trago es que, tantos profesionales de
la buena conciencia, master en hipocresía y licenciados en
eufemismos, justifiquen la intervención en la guerra de los
Balcanes, siendo Imperator Felipe González y se rasguen las
vestiduras o los modeletes de Cortefiel ante la defensa de
la ejecución de determinados enemigos comunes de la
sociedad. Por cierto, en los Balcanes no teníamos enemigos
directos. El secuestrador de la pequeña Madeleine, como
madre que soy, es mi enemigo directo. Miren sus corazones y
me crean, el único pedófilo bueno, es el pedófilo muerto.
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