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ACTUALIDAD - DOMINGO, 3 DE JUNIO DE 2007


Elena Arigita. ARCHIVO

Entrevista / coordinadora de investigacion del ieaM
 

“Ceuta no puede soportar
sus tasas de fracaso escolar escudándose en el miedo al otro”

Elena Arigita, una de las mayores expertas
nacionales en el mundo islámico, cree que este es un problema que “hipoteca” el futuro
 

CEUTA
Gonzalo Testa
gonzalotesta@elpueblodeceuta.com

Elena Arigita, coordinadora de Investigación del Instituto Internacional de Estudios Árabes y del Mundo (IEAM) es una de las mayores expertas nacionales en este campo. Santanderina de nacimiento, a los 18 años se fue a estudiar árabe a Granada movida por su “interés por lo desconocido”. Después, aún más lejos, permaneció cuatro años en la Universidad Al Azhar del Cairo haciendo su tesis sobre autoridad islámica, tema que posteriormente estudió en los países europeos en Holanda. Ahora trabaja para la Casa Árabe y el IEAM en Córdoba.

Pregunta: Uno de sus temas principales de investigación es el de la autoridad islámica. ¿Qué aspectos serían mejorables, a su juicio, en la Comisión Islámica de España y en su ejercicio de portavocía y liderazgo de los musulmanes españoles?


R: Hay que distinguir entre autoridad religiosa, liderazgo comunitario y representación oficial. La Comisión Islámica de España (CIE) fue una fórmula diseñada para representar de manera oficial a los musulmanes ante el Estado y se inspira en el modelo de interlocución de la Iglesia católica. Por tanto, no responde a una forma de representar la autoridad islámica, sino que es más bien la imposición de un modelo ajeno a las comunidades musulmanas. La CIE fue problemática desde su constitución y se ha mostrado inoperante, primero por las fracturas internas que generó entre las comunidades y segundo porque la comunidad musulmana ha cambiado mucho desde 1992 hasta hoy debido a la inmigración.

P: ¿No se ha mejorado nada desde entonces?


R: Desde 2004, el cambio de gobierno, pero sobre todo los sucesos trágicos de Madrid, han servido de catalizador de toda una serie de fracasos en la interlocución con las comunidades musulmanas y del fracaso del modelo de representación. Se han abierto nuevas vías de comunicación directa con las comunidades sin la necesidad de tener que pasar por la representación de la CIE y, por tanto, todo el tema de la representación institucional está siendo reexaminado.

P: ¿Existen grandes diferencias entre el modo en el que se ejerce la autoridad islámica en Ceuta o Melilla y en el resto del Estado?

R: La autoridad islámica tradicional se enfrenta hoy a los nuevos retos que suponen las sociedades modernas en cuanto al acceso al conocimiento islámico y también por las nuevas formas de comunicación del discurso religioso. La peculiaridad de Ceuta y Melilla con respecto al resto de España se debe a que tienen comunidades con una trayectoria larga, que se organizaron antes y que constituyen una minoría muy amplia, además de la vecindad de Marruecos y sus reivindicaciones.

P: ¿Existe un peligro real de que los sectores más fundamentalistas copen el liderazgo del colectivo?


R: Hay un temor muy explícito en los medios de comunicación a que el ‘wahabismo’ lidere a las comunidades musulmanas de España. Creo que se ha convertido en el ‘malo de la película" de una forma muy esquemática y reduccionista. La realidad de las comunidades musulmanas en España es mucho más diversa y plural que una competición entre un islam ‘bueno’ y uno ‘malo’. La diversidad viene dada por toda una serie de características que tienen que ver con el origen nacional, con diferencias doctrinales e ideológicas, y responde también a toda una serie de condicionantes socio-económicos.

No obstante, el miedo al islam ‘malo’ se genera también desde dentro, ya que existe, especialmente desde 2001, un cierto discurso dentro de las comunidades que utilizan ese temor a un islam ‘peligroso’ para legitimar una opción frente a otra. Creo que los líderes musulmanes también deben asumir su responsabilidad en la imagen que proyectan de las comunidades. Las estrategias internas para reforzar sus liderazgos trasmiten una imagen ciertamente desconcertante y parece como si no fueran conscientes de que hasta qué punto esa estrategia interna sólo contribuye a reforzar una imagen monolítica y deformada de la comunidad musulmana.

Reivindicación identitaria

P: ¿Qué diferencias advierte entre las comunidades musulmanas de Ceuta y Melilla?


R: Melilla y Ceuta tienen trayectorias de movilización y reivindicación de derechos civiles para las comunidades musulmanas muy distintas. Hay que tener en cuenta que en Melilla la reivindicación identitaria tamazigh se movilizó desde los ochenta. En 1986, el movimiento ‘Terra Omnium’, aunque fracasó, sí que creó un sentimiento de reivindicación identitaria que no ha tenido lugar en Ceuta, donde la comunidad musulmana no es étnicamente bereber, sino yibala. La movilización en términos reivindicación étnica es importante, porque en Melilla esas reivindicaciones han posibilitado una trayectoria de asociacionismo más consolidada.

P: ¿Hasta qué punto se puede hablar de discriminación, segregación o auto-separación en las comunidades musulmanas de ambas ciudades?

R: Por razones socio-económicas, el barrio del Príncipe ceutí es un ejemplo flagrante de exclusión. No creo que se pueda hablar en ese caso de auto-segregación, sino de fracaso total del Estado. El problema ahí no es la identidad religiosa, sino la precariedad en la que viven los vecinos. No corresponde hablar de islam, sino de pobreza y exclusión social.

P: ¿Las instituciones han fracasado con sus políticas de inclusión?


R: La convivencia de las cuatro culturas como slogan político podría ser muy efectivo si viniera acompañado de políticas de inclusión. La escuela es una de las herramientas más potentes para la convivencia y, sin embargo, las cifras de cómo afecta el fracaso escolar a la comunidad musulmana muestran que ese esfuerzo es todavía una tarea pendiente. Igualmente, faltan voces musulmanas en el espacio público ceutí. Más allá de un partido político ‘de corte musulmán’, Ceuta necesita normalizar la presencia de los musulmanes en la vida pública: como actores con voz propia en los medios de comunicación, en las manifestaciones culturales... en todos los ámbitos, es decir, también más allá de lo que atañe específicamente a la identidad musulmana.

P: ¿Comparte la impresión de que España ha digerido mejor los últimos acontecimientos terroristas en relación con la imagen de los musulmanes?

R: La reacción de los españoles al 11M fue vista por la opinión pública en otros países europeos con un enorme respeto y admiración por la madurez con la que se asumió la condena al terrorismo y no al Islam. Sin duda la experiencia de España fue clave en esto, recordemos el lema ‘Vascos sí, ETA no’. No obstante, hay que decir, evitando toda generalización, que se ha ido generando una cierta fractura, especialmente a través del alarmismo que generan algunas noticias en los medios de comunicación. Ahí sí que habría que asumir una responsabilidad compartida entre expertos de todo tipo, actores sociales y políticos y medios de comunicación que asumen y reproducen una imagen fija que identifica al Islam como ‘el otro’.

El árabe, un tema “sensible”


P: Algunos partidos localistas han reivindicado durante la última campaña electoral el reconocimiento del árabe como un patrimonio de todos los ceutíes, independientemente de su credo. ¿Cree que ello sería positivo? ¿Se puede encontrar en el no reconocimiento del árabe a nivel institucional una razón fundamental del fracaso escolar de los estudiantes islámicos?

R: Es verdad que es un tema especialmente sensible en Ceuta por la especial situación de la ciudad autónoma y fundamentalmente por las reivindicaciones marroquíes. No obstante, me gustaría destacar que los musulmanes ceutíes se identifican con orgullo como españoles y como ‘caballas’. Esto es muy importante y enormemente positivo; sumar manifestaciones culturales y reivindicarlas como propias enriquece y fortalece a una sociedad. Entiendo que por la situación geo-estratégica de la ciudad, una reivindicación así parece arriesgada, pero podría ser muy positiva. Desde luego, la propuesta que por ejemplo hizo Coalicion por Melilla (CpM) en Melilla en estas últimas elecciones de las clases de refuerzo para niños con problemas para adaptarse a la escuela española es positiva. Más allá de discursos identitarios, una ciudad no debería permitirse esos índices de fracaso escolar escudándose en el miedo al ‘otro’. Es un verdadero problema que hipoteca el futuro de la ciudad con los problemas que ese fracaso escolar conlleva de analfabetismo, paro, pobreza y exclusión social.

P: Durante la última campaña electoral se ha hablado mucho en Ceuta de la existencia de una cultura política particular en la comunidad musulmana. ¿Usted cree que realmente existe algo así?


R: Es posible, pero no lo definiría como ‘cultura política musulmana’, sino que viene dado más por las condiciones socio-económicas.

P: ¿Qué lectura hace de que Coalición por Melilla, pese a contar con el apoyo explícito en sus discursos de los imames de la ciudad, haya sufrido un varapalo electoral considerable mientras UDCE-IU, sin ese respaldo, haya mejorado sus resultados?


R: Yo diría que esto demuestra que que es el discurso político lo que moviliza a los electores, no la confesión religiosa.
 

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