¿Creen ustedes que me impondrán
una multa de 180 euros por tan procelosa invocación como al
ciudadano de Cataluña? Sí, me refiero a ese que aparecía
ayer reflejado en las páginas de La Razón, junto a una
sentencia ejemplarizante dictada por un supuesto juez, o
presunto juez, o lo que sea.
¡Viva la Guardia Civil! Y encima esta otra ¡Los picoletos
campeones, tienen un par de cojones! Y ¡Benemérita, maciza,
tu tricornio me electriza! ¿Cuántos euros pueden caerme de
multa por semejante dislate? Los que me caigan y que viva el
Duque de Ahumada y la Benemérita es muy fina: tiene gran
testiculina. Eso sí, me tienen que pillar por banda una
jueza o juez de Cataluña y castigarme severamente por gritar
mis invocaciones ante, nada más y nada menos que, ¡Los
Mossos d`Escuadra!. El desdichado ciudadano que ha recibido
la sentencia punitiva tuvo la audacia de invocar a la
Benemérita ante los Mossos “con acento altivo”. Es decir,
que si llega a hablar con un susurro humilde, hubiera salido
mejor parado. Y encima tuvo suerte, porque todos hemos visto
en televisión el horroroso video donde dos Mossas le
propinan una brutal paliza a una joven rusa, acusada de
“escándalo público” por gritar en la calle a los vecinos
para que le abrieran el portal porque había olvidado las
llaves. Hecha un Santocristo dejaron a la pobrecita, majaíta
de palos, en nombre de la democracia, los derechos humanos,
el Estatut y la repajolera madre que parió a quien ha
permitido y permite la existencia de privilegios policiales
en Cataluña y el País Vasco y que tengan su propia policía
política, al margen de la Policía Española y de esa
Benemérita, cuando nuestras FOP, tienen un arte que no se
puede aguantar, son la bendición de Dios y tienen vergüenza,
honor como divisa y profesionalidad, amen de unos mandos que
no toleran mamoneos.
Pero el de ¡Viva la Guardia Civil! No mereció una severa
golpiza, sino un procedimiento penal. En nuestra España. Por
“encararse” con los jenízaros de la Generalitat. Y contando
esta infame porquería me siento increíblemente afortunada de
que, ustedes y yo, vivamos en lugares de esta Iberia Vieja
donde se vitorea a la Benemérita y el de enfrente te da un
beso o te dice como mucho ¡Mira que eres apretao!.
Es más, la invocación de ese cuerpo de héroes y de
patriotas, despierta automáticamente simpatía, respeto y la
conciencia de que se está ante un hombre de bien, ante
alguien que es como Dios manda. Será que Dios abomina de los
tibios que permiten el disparate, tanto de los Mossos, como
de la Ertzaintza o como se escriba el nombre de esos cursis
de chubasquero rojo y uniformes atildados. Vasallos los unos
y los otros de nacionalistas que negocian con el
independentismo cuando, por libre, ni Cataluña, ni el País
Vasco se iban a comer una mierda, les poníamos frontera, les
cerrábamos la verja, fuera de la UE y que se comieran los
mocos. Eso en plan fabulación, porque antes que la
desintegración hay una Constitución que pone en negro sobre
blanco y en letra de imprenta el papel fundamentalísimo del
Ejército para salvaguardar la integridad de la Patria. Y esa
Constitución la hemos votado todos, es nuestra y se cumple,
por las buenas, por la malas o por las fatales. Aunque
fatales se ponen los politicastros grimosos del nacionalismo
paleto, los ciudadanos se ponen tan solo fatal ante la
delincuencia, la hipoteca y la falta de infraestructuras
necesarias para que, esta Iberia hermosa, sea un país feliz.
Juez o Jueza catalanes, pónganse en que tengo delante a un
Mosso: ¡Viva la Guardia Civil! Y ahora me embargan los
bienes y como lo más preciado que tengo es mi anciano marido
se lo llevan ustedes en depósito, con la advertencia de que
es caprichoso, mañoso y fatal para comer. Yo no pago. Que me
lleven a la cárcel. Porque si tengo problemas por manifestar
amor a “lo nuestro” comeré bandeja y me sabrá a ambrosía,
porque será por Dios y por España.
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