Llevo ya seis días recuperándome
de una gripe que tenía tripas sin estrenar. Es decir, que se
me presentó con las ideas de Islero. Lo cual me ha privado
de dar mis correspondientes barzones por el centro de la
ciudad. Y, lógicamente, me ha impedido asistir a la tertulia
que suelo frecuentar.
De las llamadas recibidas, por quienes me han echado de
menos en los sitios donde me suelo hacer visible a partir de
esa hora vaga de mediodía, una ha sido de alguien que ha
aprovechado la ocasión para pegar la hebra conmigo.
Lo primero que me ha dicho es que Juan Vivas,
triunfador absoluto, una vez más, no cesa de reír, de manera
socarrona, cuando oye o lee los muchos ditirambos que le
dedican algunos de los que hasta hace nada y menos largaban
contra él sin la menor consideración.
Los tiene, según mi comunicante, apuntados en la libreta de
la memoria. “Aunque, como tú comprenderás, Manolo, es
sólo cual recordatorio y nunca para tomarse el desquite. Que
no entra ello, bajo ningún concepto, en la forma de ser del
hombre que, dada su actual posición, puede permitirse el
lujo de ser magnánimo hasta con quienes no han perdido la
menor ocasión para zaherirle o cundir maldades contra él en
corrillos o despachos.”
Dado que mi interlocutor suele ser muy receptivo a lo que se
comenta en la calle acerca de los principales actores de la
política, decido preguntarle por lo que se habla en relación
con Pedro Gordillo. Y no duda en contarme que éste es
visto como la cara desagradable del próximo Gobierno de la
Ciudad. De manera que el hombre de confianza de Juan Vivas
será criticado, en cuanto se presente la ocasión,
acerbamente. O sea, que lo han elegido como figura
indiscutible para ponerlo en la picota cuantas más veces
mejor.
Al mostrar mi desagrado por lo que considero una injusticia
premeditada y alentada, en algunos casos, por tipos
defensores de sus intereses particulares y chanchulleros, el
del telefonazo me echa en cara lo que él ve como una defensa
a ultranza de Gordillo por mi parte.
Coño, hombre, le digo, si por parecerme injusta tanta
animadversión hacia una persona que todavía no ha tomado
posesión de su cargo te pones tan farruco, qué me hubieras
dicho de haberte yo respondido que creo necesaria la
presencia de Gordillo en la Asamblea.
“Pues que estarías apostando por alguien cuya forma de
comportarse no gusta a una mayoría. Y, por supuesto, me
habría agradado saber por qué has cambiado de parecer en
relación con quien te las tuviste tiesas”.
La verdad es que mi conocido, por más que traté de
convencerlo de que en mí no prima el rencor y de ponerlo al
tanto de algo que él desconocía, se sintió dolorido en
extremo por insinuarle que no formaré yo parte de quienes
están dispuestos a zurrarle la badana a PG, a las primeras
de cambio. Y terco como una mula, cuando menos lo esperaba,
me clavó lo que él creía que era un rejón de castigo.
-¿Sabes tú, Manolo, que Pedro Gordillo es partidario de
quitarle a José Antonio Rodríguez, viceconsejero de
Turismo, su influencia en los medios de comunicación?
-Lo que yo tengo leído es que el área de comunicación puede
ser separada de la viceconsejería de Turismo y Comercio. Y
sanseacabó.
-Vaya, pues sabes tú bien poco. Por no decir nada. Lo que se
está tramando es que un empresario, ese que GonzaloTesta
cataloga como el ‘espabilado’ político-editor, salga ganando
en muchas decisiones.
Antes de colgar le dije a mi comunicante que se equivocaba
al creer que Gordillo era tan débil de pensamiento. Y le
adelanté lo siguiente: Rodríguez ha trabajado muy bien. Pero
cometió un error que puede subsanarse. Lo cual evitaría que
se suspendieran sus relaciones con los medios.
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