El escritor Gonzalo Moure (Valencia, 1951) tiene, desde hace
años, su centro de operaciones en Tapias de Casariego, un
pueblo del litoral asturiano. Allí vive bien, tranquilo de
junio a septiembre, meses en los que se dedica a trabajar,
libreta en mano. El resto del año, recorre España con un
objetivo definido: acercar la literatura a las escolares a
través de encuentros en los centros educativos. Un proyecto
que empezó a primeros de los noventa y que le ha llevado a
cruzar varios países sudamericanos, Portugal, Francia y el
Estrecho para alcanzar, esta semana, la Biblioteca Municipal
de Ceuta.
Pregunta- ¿Qué tal responden los niños de los colegios de
la ciudad autónoma?, teniendo en cuenta los índices de
fracaso escolar, ¿prestan atención a los libros?
R- De momento, hoy ya hemos prefundado un club de lectura
con los alumnos del ‘Andrés Manjón’, así que bastante bien.
Yo noto mejoría cada año que pasa. Que los niños vengan a la
biblioteca es un triunfo. En mi caso, no leí mi primer libro
hasta la época del Bachillerato, no había libros ni en la
escuela ni en las casas. Realizo actividades de este tipo
desde hace 14 años , compruebo que cada vez se lee más y el
libro se convierte cada vez más en el tronco de los colegios
y se nota la tendencia.
P- Has sido periodista, ¿Para realizar una denuncia
social, es más transversal un libro o una noticia?
R- He trabajado sobre todo en radio, en programas de música,
información local, deportiva, pero también he sido jefe de
redacción, director. He tocado todos los palos. Y me sigo
considerando periodista, mis libros son, en el fondo,
periodísticos. Cuento la realidad del Sahara, de los
animales, del síndrome Williams... Como periodista, a la
hora de construir una novela, el sustrato es ver algo que
estaba ahí y nadie veía, que captas por instinto. Pero llegó
un momento en que el periodismo no me satisfacía para contar
cosas. ¿Imaginas que el telediario de primera edición abre
con una noticia que diga que un niño sordo saharaui escucha
poesías de labios de un camello? No puede ser, y sin
embargo, eso es lo que yo hago, una enmienda a los
telediarios.
P- Tu postura sobre la situación del pueblo saharaui
queda clara en tu libro ‘Palabras de caramelo’, concebido
como una parábola literaria, ¿cómo ves la postura de
Marruecos?
R- Entiendo perfectamente que los intereses económicos de un
país son los que priman, sea Marruecos, España o Francia.
Además, una cosa es el gobierno, otra la gente. Si el Sahara
fuera pobre, sería independiente. No lo es porque es rico.
Así de simple.
P- Con el Plan de Paz para la autodeterminación del
pueblo del Sahara Occidental, más conocido como Plan Baker
II, hubo una posibilidad de referéndum, pero quedó
truncada...
R- Tenía que ser un acuerdo unánime, que lo era por parte de
todos los países, pero el rey marroquí no quiso. Sin
embargo, yo lo entiendo. La postura de Marruecos es
denunciable, y yo daría mi vida por la libertad del Sahara,
pero comprendo que si puso la bota sobre un territorio tan
rico, es normal que no lo quiera soltar porque sería una
crisis. Aún así, tengo que decir que Mohamed VI tuvo la
oportunidad cuando fue nombrado rey porque la voluntad de su
padre era ceder la independencia, y aseguró que sería el
primero en abrir embajada allí. Lo tuvo muy fácil porque
podía haber dicho en su nombramiento: ‘Era voluntad de mi
padre...’, pero no lo hizo y ahora tiene un lío encima
enorme.
P- El periodista de ‘El País’, Ignacio Cembrero, dijo en
una entrevista a este periódico que España y Marruecos viven
actualmente una relación de luna de miel. ¿Comparte esta
percepción?
R- Yo diría que es un cortejo de España a Marruecos. Hoy
leía un artículo de Ana Camacho que posiblemente, si España
hubiera tenido una postura decidida de apoyo al Sahara,
ganaría las próximas elecciones. Pero al no ser así, le va a
costar las elecciones a Zapatero. No obstante, sé que es muy
fácil de decir, pero es que no puede porque las
consecuencias podrían ser terribles. Me gustan mucho las
culturas árabes, pero eso es una cosa y otra sus gobiernos.
P- ¿Cabe la posibilidad de que escriba un libro sobre los
menores no acompañados (MENA)?
R- Ayer estaba en esta silla sentado un chaval de estos que
ya está integrado en la ciudad y lo vi claro. Pensar lo he
pensado, pero nunca he escrito un libro de un tema. Tiene
que saltar la chispa y todo lo que he escrito es sobre algo
que conozco. Lo que no se ve en un libro tiene que ser
sólido, sino es una frivolidad.
P- La escritora Lucía Baquedano dijo hace años que no
veía la diferencia entre libros infantiles y de adultos...
R- Estoy completamente de acuerdo. Pero, para mi, las
colecciones de libros para niños son un caballo de troya
porque, a través de editoriales infantiles, he conseguido
que 100.000 niños hayan leído mi obra. Aún así, la mayoría
de mis libros son profundamente adultos.
P- En ‘El síndrome de Mozart’ se da cuenta de que el
hombre puede decir que no con el cuerpo, pero no decir que
sí. ¿Ha encontrado la razón?
R- La repuesta me la dio un chaman, mientras hablábamos de
caballos. Me di cuenta de que la naturaleza siempre dice sí.
El hombre crea la palabra y así nace el no. Es un tema que
me late desde mi primer libro, pero no me había dado cuenta
hasta ahora.
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