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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

La portavoz
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Yolanda Bel le ha contado a David F. Pascual, tras el último consejo de Gobierno, cómo se ha sentido desempeñando el papel de portavoz. Un cargo complicado, donde los haya, y, por tanto, con mas peligro que un toro encastado de Victorino Martín.

Reconoce, la atractiva diputada del PP, que, aun siendo portavoz adjunta, nunca pensó que pudieran darse las circunstancias que se dieron para acceder a un puesto tan complejo. Y no duda en airear que pagó, en sus comienzos, su inexperiencia. Verdad incuestionable. Ya que el nombramiento la sorprendió sin apenas recursos para defenderse ella de sus posibles errores y mucho menos para defender los achacados a sus compañeros.

Por ello llegué a pensar que la criatura estaba siendo ofrecida en sacrificio por los suyos. Que la habían expuesto en aquel sitio, tan visible y comprometido, para que expiara alguna culpa mayor. Y sentí el deseo de ayudarla.

Pues YB, con su cara aniñada, su buena facha y un aspecto impresionante de chica buena y modosa, de no haber roto un plato en su vida, me hacía a mí pensar en ella como una criatura desvalida y necesitada de protección. Y, desde el primer instante de su nombramiento, me propuse protegerla, en la medida de mis posibilidades, de quienes pensaban sambenitarla.

Hubo momentos, incluso, que taché de desatino el que Juan Vivas le hubiera exigido a la diputada pasar por esa ordalía. Una prueba que yo creí innecesaria a una mujer necesitada de cobertura para que pudiera madurar cual política y fémina. Sin embargo, el presidente, a pesar de que los principios fueron tormentosos, aguantó el chaparrón y la mantuvo al frente de la portavocía.

Una portavocía por la cual habían pasado dos pesos fuertes del Gobierno. Porque Emilio Carreira, tan telendo siempre él, hasta en los momentos más enrevesados, tenía empaque suficiente, y malaúva a toneladas, para vender su producto mejor que cualquier telepredicador estadounidense. Que ya es decir. Tampoco Elena Sánchez era fácil adversaria para quienes trataban de llevarle la contraria a sus alegatos. Se fajaba con ellos, confiada en su gran formación y en su manera de decir las cosas como si estuviera azorada. Parecía frágil y asustadiza, pero en el fondo era una mujer con un carácter al que no se le podía perder la cara.

Pues bien, Yolanda Bel ha declarado también que aceptó la portavocía, en su momento, porque contaba con el respaldo de Juan Vivas. Y ha dejado entrever que su paso por sitio tan desabrido le ha hecho aprender lo que no hay en los escritos.

Aunque sus palabras nos hacen pensar que nunca más estaría dispuesta a asumir ese cometido. Y haría muy bien. Dado que, por más que haya aprendido y adquirido confianza en ese menester, Yolanda Bel no reúne las cualidades necesarias para desempeñar esa misión. Y de ser así, es decir, de volver a cometer ese error, sería perjudicial para ella y para el Gobierno.

Un Gobierno que, salvo desastre mayúsculo, seguirá siendo del PP, durante otros cuatro años más. Años que serán muy duros para el presidente. Es algo que se ve venir. De ahí que JV deba meditar, detenidamente, qué persona está preparada suficientemente para ponerse al frente de la portavocía. Y no partirse de ligero en su nombramiento, si no ofrece las mayores garantías.

Este nombramiento, que parece no inquietar a los gobernantes, es de una importancia vital en todos los sentidos. Hasta el punto de que un buen portavoz no tiene precio. No vaya a ser, pues todo es posible si se trata de política, que alguien, incapacitado para ese papel, quiera asumirlo y los plenos se conviertan en la casa de tócame Roque. Con el experimento de YB debe bastar.
 

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