Las teles basuras no saben que
programas sacar para atraer el interés del público. Por eso,
ante la duda, las mentes pensantes, de las mismas, se han
puesto manos a la obra y, en una alarde de facultades más
físicas que mentales, han gritado ¡Eureka! ¡Lo tenemos!,
contemos cosas de los vivos o de los muertos que hacen
décadas que ocurrieron. Dicho y hecho, todo quisqui a buscar
en los archivos de las distintas cadenas o de las revistas
antiguas de aquellas épocas. Así nacen programas como, por
poner un ejemplo, “Hormigas blancas”.
Una vez elaborada la idea entra en juego el machacar, todos
los días ya todas las horas, al personal diciéndoles que les
van a contar, de tal o cual personaje, lo que nunca se
podían imaginar. Y ese público adicto a programas de las
teles basuras espera, con toda ansiedad, que llegue el día
en que le van a contar todas las miserias de esos
personajes. Seguimos siendo un país de panderetas.
Para darle mayor emoción al asunto, porque no tiene interés
ninguno lo que cuentan, ya que es sabido desde hace años, se
llevan a una mesa a los contertulios de turno, para que
cuenten sus experiencias vividas con algunos de esos
personajes. Algunos de ellos a lo más que llegaron fue a
saludar, a uno de los personajes en cuestión, una vez en su
vida. Y ni te cuento, serrana del alma, lo que saben de la
vida de esos personajes. O sea lo que han leído, en alguna
revista antigua, par de días antes de sentarse como
contertulios. Otros, que también los hay, es verdad que han
conocido al personaje, incluso se han aprovechado de esa
amistad para pernoctar en su casa. Y, precisamente, por esa
amistad y por esa gratitud, aprovechan para darles puñaladas
por las espaldas. Dicen que de ser agradecidos, es ser bien
nacidos. Estos no son agradecidos.
Por curiosidad, a ver si decían algo nuevo sobre su vida, me
senté a ver el programa dedicado a Miguel Bose. Contaron
cosas tan manidas que pertenecían a hace tres décadas. Así
lo reconoció el propio Miguel, cuando le preguntaron sobre
el programa en cuestión al que, por supuesto, no hizo ni
puñetero caso.
Ante el primer aniversario de la muerte de mi gran amiga,
Rocío Jurado, ¡cómo no!, deciden hacer unas “Hormigas
blancas” dedicado a ella. Ante ello, decidí sentarme
tranquilamente en el sofá, a ver qué se decía de la artista
más grande que ha dado España en los últimos tiempos. Como
decía la sabia de mí abuela, para ese trabajo no se
necesitan alforjas, porque lo que contaron de ella era más
conocido que la “macarena” de los del Río. No había nada
nuevo, reportajes de televisión española con fecha de
caducidad, en las que interpretaba algunas de sus canciones
y el concurso flamenco que ganó siendo una niña. Total, lo
de siempre, nada que no se hubiese visto o leído en las
distintas revistas de la época, hasta que llegó la hora de
los contertulios donde al moderador del programa, Jorge
Javier, quiso hacer una de sus gracias, preguntando sobre
las posibles masturbaciones de cuando era niña. Que gran
pregunta realizó este tonto con balcón a la calle. No te
mando a … porque eso te gusta.
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