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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE MAYO DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Es la fiesta de la democracia

Así es, cada vez que el ciudadano, con su participación ante las urnas, cuenta con el poder de decisión respecto del futuro político que desea para la sociedad en la que vive, se celebra la verdadera fiesta del sistema que los españoles hemos elegido libremente para el devenir de nuestro pueblo.

Es por ello por lo que la democracia se hace más grande cuanto mayor es el número de ciudadanos que toman partido y ejercen el derecho que les atribuye la Constitución, al tiempo que se reafirman los valores de la sociedad en la que vivimos.

Los ciudadanos, añadiríamos, no sólo tienen el derecho, sino también la responsabilidad de dirigir el rumbo que desea para, en este caso, la ciudad en la que habita. Y son los ciudadanos los que eligen el tipo de proyecto de sociedad en función de lo que plantean las distintas formaciones que concurren a las elecciones.

No votar implica el hecho, automáticamente, de dejar en manos de terceros el modelo de sociedad de la ciudad, por lo que poco podrá protestarse con posterioridad por cómo transcurre el devenir diario de las actuaciones que se deriven por razones de proyectos políticos definidos.

No debe dejarse a nadie que elija o piense por nadie, sino que debe ser la iniciativa de cada individuo, miembro del colectivo social que significa Ceuta, el que acuda a ejercer la responsabilidad que se traduce en evitar que la sociedad en la que vive sufra un quebranto como consecuencia del error de no haber acudido a sumar, con su voto, en la sinergia necesaria para la victoria electoral de cualquier formación.

Es la fiesta de la democracia, y los más de 57.000 ceutíes que están llamados a acudir hoy a las urnas, tienen en sus manos la responsabilidad de elegir el alcalde-presidente, por lo que no pueden fallarle a Ceuta. El compromiso con la ciudad que nos proporciona el sustento y la estabilidad social, no debe fracturarse por la dejadez o la irresponsabilidad de quien deja pasar la oportunidad de expresarse libremente.

Acudir al colegio electoral y votar no es ya sólo un derecho, sino una obligación entre quienes desean continuidad o cambio, de lo contrario, no tendrán la validez moral para criticar nada.
 

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