Millás aterrizó el jueves en Ceuta a las 10.00 horas junto
con Gemma Nierga y el resto de la ‘troupe’ de La Ventana, el
programa donde empezó a trabajar hace unos años con una
colaboración semanal en la que juzgaba sin compasión los
relatos que invitaba a escribir a los oyentes. Nada más
pisar tierra se montó en un taxi y, tres horas después, en
el hall del Hotel Tryp, ya hablaba de detalles, entresijos y
“contradicciones” de la actualidad y la esencia de la ciudad
autónoma como un caballa con galones.
Pregunta: Uno de sus libros se titula ‘Cuerpo y prótesis’.
¿Qué pensaba usted antes de aterrizar en Ceuta de esta
prótesis, tan cercana y al mismo tiempo tan desconocida, de
la España nuclear peninsular?
Respuesta: Es la primera vez que visito esta ciudad y de
Ceuta la imagen tópica que tenemos al otro lado del Estrecho
es la de un cuartel, una ciudad fortificada y llena de
militares... ¡Y no está muy desorientada porque hay
cuarteles en todas las esquinas! [Risas]. Lo que pasa es
que, aunque tal vez no se vea mucho sin referencias previas,
al contrario que en otras épocas, la presencia militar se ha
reducido muchísimo.
P: Tras tres horas en Ceuta, ¿ha cambiado esa imagen
cuartelera que traía?
R: Estas primeras impresiones que uno recibe son muy
aventuradas e incluso diría que muy inciertas. Me ha dado la
impresión de que es una ciudad llena de rincones, con una
capacidad de enganche muy fuerte, como un cuerpo, lleno de
espacios atractivos.
P: ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención?
R: Me ha impresionado mucho el polígono del Tarajal, esas
escenas de las porteadoras casi medievales. Es un
espectáculo muy sorprendente. Luego está esa cuestión
fantástica que tienen todos los sitios donde se juntan dos
océanos, esa fascinación de ver Marruecos, de ver España...
El paso del Estrecho acaba siendo casi un tránsito
metafísico más que físico. He visto mucho en muy poco tiempo
y tendré que sedimentar estas imágenes.
P: Pero Ceuta ha sido, sobre todo recientemente, objeto de
atención mediática prioritario. ¿No le habían servido las
informaciones y reportajes emitidos y publicados para
modificar su estereotipo de la ciudad?
R: Yo creo que los telediarios contribuyen de alguna manera
a reafirmar el tópico. Pienso que también tiene que ver con
ese hecho de que cuando uno llega a un sitio ve lo que
espera ver y todo lo que no se adecua a la imagen
preestablecida es incapaz de percibirlo. Como escritor tengo
la costumbre de, allá donde voy, pasear con una mirada
ingenua. Ceuta es una ciudad que no tiene nada que ver con
lo que vemos en los telediarios, una ciudad poliédrica, con
muchas caras, en la que según te soltaran con los ojos
tapados en una parte u otra pensarías que estás en una
ciudad europea, en una ciudad africana... Es muy curioso
esye encanto propio de los espacios fronterizos. La
frontera, la literatura fronteriza, me atrae mucho,
seguramente es la que más me gusta..
P: ¿Ha tenido tiempo para sentir en primera persona
alrededor ese lema turístico de la convivencia entre las
cuatro culturas?
R: Yendo de un barrio a otro pensaba que quizá para la
población africana, por entendernos de alguna forma, esto es
Europa y para la población europea esto es África. Es una
mezcla de dimensiones que la hace realmente curiosa. También
me ha parecido una ciudad muy segura donde no hay conflicto
de convivencia. Si el porcentaje de población musulmana es
del 40% esto es un modelo de integración que debemos empezar
a copiar en la península y en el resto de Europa porque el
mundo que viene se va a parecer más a Ceuta que a lo que es
hoy el continente. Supongo que esa convivencia se ha
conseguido naturalmente, por lo que me parece muy
sorprendente y muy positivo porque la mirada de cada uno
suele buscar lo que tiene el otro: seguramente el africano
encuentra Europa en Ceuta y el europeo encuentra África. Los
dos hallan lo que buscan.
P: Está usted en pleno pleriplo electoral con ‘La Ventana’
de Gemma Nierga [su gira terminó ayer en Badajoz tras pasar,
el jueves, por Cádiz]. ¿Cree que las ciudades que tienen una
mayoría tan grande de derechas o de izquierdas, como Ceuta,
tienen un carácter particular, alto que se identifique en el
carácter de la gente, en la forma de la ciudad, en algo
visible en la calle?
R: No podría establecer esa relación, al menos en tan poco
tiempo. Sí he percibido que los ceutíes votan más a la
personalidad de Vivas, que parece muy fuerte, que al Partido
Popular. En la prensa local he percibido que hay mucha
crispación verbal entre partidos, que se atacan de un modo
despiadado... El lema electoral de UDCE-IU es ‘Se puede
gobernar sin corrupción’, que es una manera muy directa de
acusar de corrupto al otro. Ahora bien, me parece una
crispación puramente municipal: aquí el asunto del
terrorismo, que ha ocupado la campaña en la península, me da
la impresión de que no influye en absoluto.
Las “contradicciones” políticas de Ceuta
P: En España ha habido varios ejemplos recientes de líderes
políticos locales y regionales que acaban fagocitando con su
carácter, con su carisma, a sus partidos, cuyos nombres
pesan tanto en un cartel como las siglas que representa.
¿Cómo analiza usted esos fenómenos?
R: Antes, recorriendo la ciudad con un taxista, al llegar a
un punto, me dijo: ‘Todo esto lo ha hecho Vivas’ y yo,
viendo un edificio muy antiguo, pensé ‘Hombre, todo,
todo....’ [Risas]. El culto a la personalidad nunca es bueno
porque estos personajes carismáticos llegan a ser un peligro
para su propio partido porque cuando se vota a una persona
más que a un partido esa persona se puede poner en la cera
de enfrente en cualquier momento... No sé, quizá esta sea
una reflexión para un politólogo, pero hay contradicciones
internas como que Vivas no sea el presidente del PP
Regional, que esto no sea una Comunidad sino una Ciudad
Autónoma, que el presidente sea alcalde al mismo tiempo...
Son las cosas de los espacios fronterizos, y la hacen más
interesante.
P: Del terrorismo no se ha hablado mucho, pero de religión
sí. ¿Le preocupa?
R: Dios es siempre un peligro. La Historia demuestra que
cuando aparece dios empieza el crimen, las muertes... Dios
mejor que no esté en campaña. Me sorprende que se hable en
esos términos, no lo entiendo porque entonces el dios que
gana es el occidental. ¿Qué porcentaje de votantes
musulmanes hay en Ceuta?
P: Quizá el 30%, tal vez menos porque su mayor porcentaje
interno de menores de edad es mayor al de otras comunidades,
pero con un electorado repartido. El PP recibe muchos votos
también de la comunidad musulmana, y otros partidos, incluso
HB.
R: Me parece muy interesante, me sorprende porque rompe
estereotipos, ese tópico que asocia Islam y musulmanes de
forma inseparable. Es un ejemplo de tolerancia [el escritor
toma nota en una libreta del reparto durante la última
legislatura de la Asamblea de Ceuta]..
P: ¿No cree que las campañas se plantean cada vez pidiendo
el voto para decir que no a algo, más en términos negativos
que positivos?
R: La inmigración también se ha utilizado tradicionalmente
para meter miedo. El miedo al otro es uno de los más
ascentrales del ser humano, uno de los que más cala en
nuestro cerebro de reptil. Fíjese lo que consiguió Bush con
esa campaña. Durante mucho tiempo el mundo creyó que Irak
había tirado las Torres Gemelas, que tenía armas de
destrucción masiva... No es bueno porque se apela a los
instintos más básicos del ser humano. Cuando en una campaña
entra el miedo o entra dios, mal asunto.
P: ¿Qué le está pareciendo la campaña electoral
municipal-autonómica a nivel nacional?
R: Es una campaña de generales. Advierto una contradicción
en que cuando la campaña la vives desde Madrid percibes que
están ante unas elecciones generales porque sólo ves a Rajoy
y Zapatero y sólo hablan de temas generales, más
concretamente de terrorismo. Sin embargo, cuando vas a las
ciudades del resto del país ves que las cosas se viven de
otro modo, que la gente está preocupada por otras cosas
distintas a las que comentan los informativos. No sé cómo se
come la gente esa contradicción.
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