Estoy reflexionando, no me
molesten por favor. Este es letrero que he colocado a la
entrada de la habitación donde tengo instalado el ordenador
en el cual hago, cada día, los deberes. De pronto siento
unos golpecitos suaves en ella, abro la puerta y me
encuentro con mi enano de mi alma. Jefe, no me diga nada, he
leído el letrero y quiero quedarme a reflexionar, todo el
día, con usted. Ya sabe aquello que dicen, dos mejor que
uno. Así que usted dirá, entro o me voy.
Hombre ya que estás aquí y vienes con tan buenas
intenciones, puedes pasar y quedarte junto a mí a
reflexionar. Ahora, lo único que te pido es que respetes mi
silencio y no interrumpas mi reflexión.
Jefe seré como una tumba. No le hablaré de nada respetando
su derecho a reflexionar, a la vez que le solicito que su
comportamiento sea igual que el mío, silencio absoluto.
Reflexionemos, jefe, en silencio como si estuviésemos
haciendo yoga, con los ojos cerrados y pensando en lo que
tenemos que pen sar, sin dejar, ni por un sólo instante, que
nuestro pensamiento se aparte de la reflexión y se marche
hacia otros lugares.
Jefe perdone, un inciso, me gustaría cambiar de postura
porque me están doliendo las rodillas en esta posición de
yoga. El yoga será una jartá de buena, pero tendrá que
reconocer conmigo que la posturita que me ha indicado no
debe ser la más adecuada. Vamos que, cómo siga de esta
posturita un par de minutos, me va a doler hasta el carné de
identidad. ¿Puedo cambiarme de postura, amado jefe?.
Mira hemos quedado, si mal no recuerdo, que íbamos a estar
en silencio absoluto y con le pensamiento dedicado a la
reflexión, que es lo que tenemos que hacer. Reflexionar,
amigo mío, es una obligación en el día de hoy. Así que sea
la última vez que me molestes. Si te quieres cambiar de
postura te cambias, pero todo lo tienes que hacer en
silencio y sin apartar, ni por un solo momento, mi mente de
la reflexión que estoy haciendo. Ten en cuenta que es mucho
lo que nos jugamos.
No me diga, jefe, Que ahora nos vamos a dedicar a jugar. Y a
qué vamos a jugar. No es que esté, en estos momentos, para
muchos juegos pero si es su deseo, juguemos.
Vamos a ver, enano, tú a qué has venido a reflexionar o a
darme la lata y no dejarme tranquilo en mi reflexión.
Jefe, no me vaya a volver loco. Hace un par de minutos,
usted me ha dicho que es mucho lo que nos jugamos. Los que
se juegan mucho son, sin duda alguna, el Madrid y el
Barcelona en este final de liga. Nosotros, que yo sepa, no
nos jugamos nada por eso le pregunto a qué vamos a jugar.
Al decir que nos jugamos mucho, enano, no me refería a que
tuviésemos que realizar ningún juego, sino lo que nos
estábamos jugando a la hora de emitir nuestro voto. Por eso
hoy quiero dedicarme, única y exclusivamente, a la
reflexión.
Perdone, jefe, he interpretado mal el asunto de jugar. la
culpa de todo la tienen esos que dicen que la política es un
juego. Reflexionemos, jefe, reflexionemos que es lo que
tenemos que hacer.¿Tendremos bastante reflexión con doce
horas?.
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