Nos acercamos al día de reflexión.
Tengo el convencimiento de que poco es lo que se puede
reflexionar sobre el asunto de a quién le vas a dar el voto
cada quisqui. Cada uno de nosotros, a estas alturas del
asunto, tiene más que decidido a quien va a votar. Si tal y
como hemos manifestado, según nuestro particular parecer,
personal e intransferible, el voto está más que decidido,
para qué vale el día de reflexión.
Creo y pienso que no vale para nada, a pesar de que los
entendidos en el asunto dicen que la cosa vale para que,
aquellos indecisos, decidan a quiénes van a darle sus votos.
Y si los que saben de eso lo dicen, quiénes somos nosotros
para creer o pensar lo contrario.
A pesar de lo que digan los entendidos en el asunto sigo
pensando que lo mejor que tiene, el día de reflexión, es que
los vehículos con las distintas publicidades enmudecen y
dejan de atormentarnos con todas las cosas que, cada uno de
los partidos, nos ofrecen si le damos nuestro voto aunque,
después, como es natural no nos den nada de lo que nos han
prometido. Ya lo dijo el viejo profesor: “los programas
están para no cumplirlos”. Y uno siempre ha aceptado lo que
han dicho los grandes hombres y, Tierno Galván, lo era.
Por ejemplo, con respecto a lo que opinaba Tierno del
asunto, me viene a la memoria, aquella promesa que se hizo
de poner ascensores a todos los edificios con más de tres
pisos, que no los tuviesen, un ordenador para cada alumno,
los ferrys a cinco euros, las mercancías que no van a pagar
transporte alguno o sea que van a venir, como dicen en las
tómbolas de la ferias, “de barde, de barbulejo”.¡Que razón
tenía el viejo profesor, sobre los programas!.
Ese día, el próximo sábado, descansaremos de todas estas
promesas que, cada cuatro años, nos hacen los partidos
políticos para tratar de contar con nuestros votos. Y
después, cuando pasen otros cuatro años, volverán con la
misma cantinela, ofreciéndonos lo que ni te quiero contar
serrana del alma mía. ¡Será por ofrecernos cosas y más
cosas, todas ellas para tenernos mejor que en brazos!.
Tengo que buscar, a toda prisa, el tarro de derramar par de
lágrimas de emociones, porque mi sufrido body sufre lo
indecible escuchando tantas promesas como nos hacen, los
distintos partidos, y todas ellas por nuestro bien. Mira que
son buenos que se sacrifican, dedicando todo su tiempo a
buscar lo mejor para los demás. ¡Dios, estás emociones no
hay cuerpo que las aguante!.
Todo hay que decirlo, porque es justo reconocerlo, esa
entrega de ayuda a los demás, la hacen sin esperar
recompensa alguna, sólo el reconocimiento de todos nosotros
por la labor que realizan en nuestro beneficio. No puedo
remediarlo, tengo que derramar ese par de lágrimas de
gratitud.
Por todo ello, el día de reflexión me dedicaré, única y
exclusivamente, a meditar a quién le voy a dar mi voto. Para
ello tendré que pensar, detenidamente, en lo que nos ofrece
cada uno de los partidos que intervienen en estas
elecciones. Sólo tengo una duda, y si lleva razón el viejo
profesor, cuando dicen que los programas están para no
cumplirlos. Servidor, ya lo he dicho, cree cuanto dicen las
personas importantes y Tierno Galván lo era.
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