Paul Valéry decía: “Hay tres
clases de mujeres: las fastidiosas, las fastidiantes y las
fastidiadoras”. El escritor francés era tenido por un
desagradable misógino. Lo cual no es óbice para que muchos
hombres sigan estando de acuerdo con él. Tampoco carece de
opiniones favorables entre muchas mujeres.
En este caso, me voy a limitar a describir más o menos cómo
son las mujeres fastidiadoras. Generalmente son bellas,
inteligentes, ambiciosas, femeninas, liberadas sexualmente y
consiguen bien pronto ganarse a los hombres para lo que
ellas quieran mandar. Los suelen someter al dictado de sus
caprichos e intereses.
Sí, ya sé que ustedes estarán pensando en Montserrat Corulla.
La que tenida por testaferro de José Antonio Roca, en
Madrid, ha pasado por la cárcel y ha saltado a la fama por
una pregunta que le hizo Miguel Sebastián a Alberto Ruiz -Gallardón,
durante un debate en Televisión Española.
Abogada conocida en los ambientes madrileños donde suelen
cuajar los negocios inmobiliarios, parece ser que gustaba de
alardear de su amistad con el alcalde de la villa. Que si
Alberto me ha dicho, que si Alberto me ha contado, que si
Alberto me ha prometido... Y quienes iban a su vera se
miraban entre confundidos y alarmados por las confesiones de
una chica que presumía de hacer comer a Ruiz-Gallardón en su
mano. Y empezaron a pensar que la fémina podría muy bien
estar fastidiando al alcalde. Comprometiéndole de verdad.
El alcalde de Madrid goza de fama de tener gran formación
jurídica y humanista, pero también dicen que es capaz de
caerse de boca ante las llamadas mujeres fastidiadoras. Lo
cual, de ser cierto, es prueba de buen gusto. Aunque, debido
a su cargo, se cernirá siempre sobre él la sospecha de
lograrlo por medio de contraprestaciones pertenecientes al
erario público.
Miguel Sebastián, candidato socialista a la alcaldía de
Madrid, preguntó en corto y por derecho a su rival si había
tenido alguna relación con alguna imputada en el caso
Malaya. Y lo hizo mostrando una revista que lucía en portada
la figura de la mujer fastidiadora. Y le cayó encima el
diluvio universal de los puritanos. La condena unánime de
quienes estaban deseando tacharlo de huelebragueta. Y a
partir de entonces ha venido padeciendo los ataques más
encarnizados que dar se puedan.
Y el caso es que hasta ahora el alcalde de Madrid sólo ha
podido decir que nunca ha tenido relaciones profesionales
con esa mujer. Que era la contestación que debió dar en su
momento. Ya que a nadie le interesaba su vida íntima y,
mucho menos, si su amistad con MC le había conducido hasta
el tálamo de ella. Ahora bien, cual persona inteligente que
es, usó la respuesta adecuada para generar un ambiente
desfavorable contra su adversario. Y a fe que ha conseguido
el clásico efecto bumerán.
No obstante, todos sabemos que si Montserrat Corulla fue
seleccionada por la mafia del ladrillo marbellí, para que
hiciera su trabajo en Madrid, lo sería por estar dotada de
todos los requisitos indispensables para hacerle perder la
chaveta a quien incluso tiene la cabeza bien repleta de
inteligencia. Que los hombres, aunque sean lumbreras, suelen
perderse por la bragueta. Esperemos, pues, que no sea el
caso del alcalde matritense. A quien consideramos un
político con cualidades más que sobradas para convertirse,
más pronto que tarde, en inquilino de la Moncloa.
Pero ello no quita para que haga mía la pregunta que se hace
Juan José Millás:
-¿Se imaginan ustedes que Esperanza Aguirre se bebiera los
vientos por un tipo de la catadura moral de Al Capone?...
Pues eso...: a Ruiz-Gallardón le hacía falta ese primer
aviso de Miguel Sebastián.
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