Estos días en que muchos o todos los medios de comunicación
españoles siguen el desarrollo del juicio del 11 M, se está
generalizando la utilización acertada de la expresión
islamista como contrapuesta a musulmán. La gran mayoría de
los musulmanes son gente moderada que aborrece la violencia
y condena el terrorismo. El Islam es una religión legítima,
respetable, que ha jugado un importantísimo papel en la
historia de la humanidad. En estos días es urgente hacer una
reivindicación del Islam moderado, de ese Islam cuyos
creyentes son la primera víctima de una brutal, opresiva,
sanguinaria y expansiva ideología totalitaria: el islamismo
radical. Es imprescindible exigir respeto a todas las
religiones y confesiones, estar vigilantes frente al
fanatismo, denunciarlo y combatirlo. Decía un estudioso de
la historia de Oriente Medio y buen amigo mío “querido
Gustavo, a las religiones no les pasa nada, los problemas
los causan los hombres, retorciendo su mensaje, escudándose
en él o manipulándolo, tratan de sacar partido y provecho en
su propio beneficio para colmar sus ansias de poder”.
Para el islamista radical el resto del mundo es infiel y, en
consecuencia, es menos que un animal o incluso que una cosa.
En más de una ocasión se ha escuchado decir a ese monstruo
que responde al nombre de Abu Hamza Al Masri, que a un kafer
(infiel) lo puedes matar, secuestrar y hasta vender como a
una cosa. Este testimonio lo he visto yo mismo en un
espeluznante documental. Para los islamistas, cualquier
musulmán que no siga al pie de la letra sus virulentos
dictados es un apóstata, al que hay que asesinar y, lo que
es más grave es que, según ellos, quien no ejecute ese
mandato se convierte también en apóstata.
El islamismo radical no es una cuestión de interpretación de
la religión islámica y de sus bases teológicas, es mucho más
que una manipulación, es una distorsión, un retorcimiento
espurio de su mensaje, es un instrumento de poder absoluto,
sin escrúpulos y extraordinariamente violento. Frente a
estos bárbaros fanáticos islamistas, se sitúan algunos
hombres ejemplares, valientes, coherentes, buenos
musulmanes. Hay que rendir homenaje a hombres como el joven
Shej Mubarak Lamhiri, podríamos decir que clérigo aunque en
el Islam sunní no exista clero, de los Emiratos Árabes
Unidos, que ha dicho en sus sermones “Los que distorsionan
la imagen y el mensaje del Islam son enemigos del Islam”. Y
yo añado a las sabias y enérgicas palabras del joven Sheij
que no sólo son enemigos del Islam, son los peores enemigos
del Islam.
Los islamitas radicales manipulan, mienten a sus seguidores,
deforman preceptos coránicos, imponen su filosofía de la
muerte, del odio, la destrucción y la negación de la esencia
misma de Dios. En este sentido me gustaría elogiar y
destacar de forma rotundamente admirativa las palabras de un
hombre excepcional el sheik Abdel Hamid Al Amsari, decano de
la Facultad de Derecho Islámico de la Universidad de Qatar,
que afirma que los islamistas y los radicales intentan
inculcar a la juventud por medio del engaño una cultura de
muerte (dicen los islamistas que por Dios y por el Islam), y
no como sería deseable a vivir por el Islam dentro del
Islam. Este mismo profesor ha llegado a decir en algún
programa de televisión que algunas cadenas y programas por
satélite enseñan odio y radicalismo, y el radicalismo y el
odio engendran violencia y ésta a su vez engendra
terrorismo. Otras figuras emblemáticas del Islam moderado
han sido amenazadas de muerte como el director del Centro
Cultural Islámico de Paris o el antiguo gran mufti de la
mezquita principal de Marsella, actualmente director del
Instituto Superior de Ciencias Islámicas, Soheib Bencheikh,
incansable luchador anti islamista, que ha denunciado en
numerosas ocasiones la deriva totalitaria y oscurantista de
los grupos islamistas y salafistas, y que publicó en 2004,
en el diario Liberación, un manifiesto lleno de coraje
contra la misoginia, la homofobia, el antisemitismo y el
Islam político (se entiende que se refiere al islamismo).
Otro problema verdaderamente preocupante son esos falsos
moderados, esos no ya lobos, sino verdaderas alimañas
disfrazadas de cordero, que desde una supuesta moderación
tienen un doble lenguaje que extiende el odio y la
violencia. Uno de estos sujetos es Kadry Chokry uno de los
líderes del movimiento radical Al –Muhayiroun con sede en
Londres, cuando afirma en una entrevista haber sido el
primer musulmán británico que condenó los atentados del 11S,
cuando en realidad muy pocos días mas tarde organizó un acto
público con la presencia de medios de comunicación, en el
que homenajeaba a los 19 terroristas de Al Qaeda del 11S a
los que denominó “los 19 magníficos, los que dividieron al
mundo entre musulmanes e infieles”.
En mis libros El islamismo contra el Islam y La Yihad en
España he dejado siempre, meridianamente claro, mi respeto y
admiración por el Islam y los musulmanes moderados, y mi loa
a su cultura muchas veces centenaria. Mi crítica siempre ha
sido firme, comprometida, inequívoca y sin ambages contra el
fanatismo totalitario del islamismo, y quienes crean que eso
es una crítica al Islam primero mienten, segundo manipulan
y, lo que es peor, es posible que vean en estas críticas
alguna dirigida a ellos, de ser ese el caso, es que estas
personas deben tener bastante en común con los islamistas, y
ese es el problema. Recientemente una minoritaria
organización que dice ser islámica y cada vez tiene más
tintes de islamista volvió a tildar al Partido Popular y a
mi mismo de islamófobos, no vamos a hacerle el caldo gordo a
quienes sólo están tratando de obtener publicidad gratuita a
través de la predicación de la confrontación, lo que sí
cabría hacer es pedir, mas bien exigir, a los musulmanes
moderados un mayor compromiso contra el fanatismo
totalitario del islamismo. Es nuestro enemigo común, contra
el que el apaciguamiento, la autocomplacencia o la cobardía
no tienen mas que efectos gravísimamente contraproducentes y
si esto es verdad en el mundo en general, lo es más si cabe
en España y muy especialmente en Ceuta y Melilla.
Madrid, 20 de mayo de 2007
* Diputado del Partido Popular
Portavoz de Asuntos Exteriores del Grupo Parlamentario
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