Se marcha un futbolista profesional, comprometido,
apasionado, distinto.... Un futbolista responsable, que por
respeto al vestuario siempre tuvo actitudes constructivas y
que por sentirse jugador de los pies a la cabeza se sabe
representante de una herencia y de mucha gente que lo
admira.
No olvidaré un día de julio del año 2000. Ese día conocí a
Juanma. Fue en el Hotel Reina Cristina de Algeciras y allí
firmamos su primer contrato con el Ceuta. Desde aquel
momento, y durante cinco temporadas, compartimos éxitos y
fracasos, alegrías y tristezas, victorias y derrotas,....
He de reconocer que me queda una sensación de tristeza. Nada
comparado con el vértigo que, seguramente, sentirá Juanma
ante el abismo que viene.
A los treinta y pocos años la gente, en general, ya aceptó
su destino; si va bien como si va mal los mecanismos de
defensa ya se pusieron en marcha. El futbolista, en cambio,
tiene una perplejidad adolescente, como un estudiante que
está a punto de comenzar la universidad y no sabe que
carrera elegir. De pronto se pierde el privilegio de ganar
millones, el aplauso de los aficionados y, sobre todo, el
placer de vivir jugando.
Alrededor del futbolista hay mucha gente que ayuda a no
pensar: te eligen el menú, te sacan la tarjeta de embarque y
hasta te aconsejan la postura más adecuada para hacer el
amor sin que el cuerpo se resienta. Cuando el fútbol se
termina, ya nadie te señala el próximo paso que hay que dar.
Son momentos difíciles en los que hay que barajar y repartir
de nuevo.
“¿Yo sin fútbol?”. Si, tú, y date prisa en encontrar algo
que hacer, una actividad que te ayude ...
Michel Platini, uno de los jugadores más fascinantes de la
historia del fútbol, empieza su libro, Mi vida como un
partido, con esta frase: “Morí el 17 de mayo de 1987, a la
edad de treinta y dos años ..., día en el que me retiré del
fútbol”.
Es una forma de verlo. Yo, en cambio, prefiero pensar que
Juan Manuel Alamillos Rodríguez nace precisamente ahora.
SUERTE AMIGO.
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