Por muchos años de experiencia que
se acumulen en la chepa, por mucho que se tienda a
regurgitar, en cada causa penal, el caudal de conocimientos
y experiencias mamados del día a día, siempre hay un tema,
uno determinado, que impacta con mayor fuerza. Por su carga
humana, por lo diferente de lo acontecido o por la
personalidad de aquellos que constituyen el factor humano
del procedimiento. Y yo estoy viviendo la mágica de
experiencia de haber sido agraciada por el Universo, con
unas Diligencias Previas recicladas en Ley del Jurado ,que
para mí constituyen un caso de manual. Complicado, difícil,
farragoso homicidio con todas las circunstancias eximentes
que aparecen salpicadas en nuestra Ley Penal. Y cuya
concurrencia hay que demostrar sudando la toga y el teclado
del ordenador, porque nadie regala nada en esta profesión de
fenicios espirituales. La esposa del inculpado, Dolores, con
ese apasionamiento andaluz de hembra hispana maridada con
guiri preso me abrumó con unas palabras “Nuestras vidas
están en tus manos y en las de Juan Hoffman”. Y no es
cierto, ni el magnífico Hoffman, una víctima inocente más
del oportunismo inquisitorial de la vergüenza patria del
Malaya, ni yo, somos más que instrumentos del Arquitecto
Universal. Dicen que, la casualidad, es el pseudónimo de
Dios cuando no quiere firmar y creo firmemente en la
sincronicidad. Nuestro defendido alemán, que no habla una
papa de español y se llama Jürgen, el que mató en un
paroxismo de terror a un tipo cuya catadura tenemos que
rescatar y recrear Juan y yo a través de los archivos
policiales europeos, el desventurado Jürgen, dieciocho meses
bajo los efectos del diazepán por riesgo de suicidio, estaba
en el inquietante módulo 13, donde hay que saber estar y
este no sabía estar, el pobre hombre. Quiso Dios que, ese
juez Torres a quien soy abiertamente hostil y ustedes lo
saben, enganchara a este jurista de postín, a esta fabulosa
mente jurídica, al hombre de Dios que es Hoffman y, en el
batiburrillo de la instrucción, entre informes de la Udyco,
listas de ANV legalizadas que sentarán a proterroristas en
las instituciones, paseos idílicos del asesino múltiple de
Juana y caos inmigratorio, lógicamente, le facturaran para
Alhaurín.
Dicen en los mentideros que, el próximo en caer será el
malvado carnicero que blanqueaba los dineros de Roca
vendiéndole ternera de primera a su señora y pitracos para
su perro y luego la boticaria que ayudaba a blanquear a la
hija de Roca facilitándole tratamientos antiacné juveniles y
compresas con alitas. Eso va a ser inminente, porque han
operado de almorranas a de Juana, con la tecnología más
avanzada y los mimos exquisitos que suelen dispensar a los
presos, en los saturados hospitales de la Seguridad Social
española, a saber, menú de libre elección, habitaciones
individuales con seguridad, coches a su disposición para
menearse libremente y… ¿Qué si estoy de coña porque los
enfermos penitenciarios suelen estar realmente de puta pena?
Vale. Pero el buen Dios es quien es y puso a Hoffman cargado
de textos jurídicos en el módulo 2 de Alhauvips, que es
donde hay más abogados por metro cuadrado de España y el
letrado, que es alemán y habla todos los idiomas, se llevó
al desventurado Jürgen a su vera, para hablarle y darle
fuerza, para trabajar conmigo y currarnos el expediente,
preparando los interrogatorios de los testigos, cada
compañero a un lado del cristal.
El juez Torres, a quien manifiesto desde aquí mi más abierta
hostilidad al tiempo que elevo mis plegarias para que se
haga justicia, puede encarcelar el cuerpo físico de un
Hoffman, pero no puede privarle de que lleve en su alma,
mente y espíritu aquello que, en un naufragio, el mar jamás
le podrá arrebatar: la capacidad de ayudar a un ser humano
aún más desdichado, de hacerle olvidar el diazepán, de darle
esperanzas, de partirse el culo y dejarse las pestañas sobre
las fotocopias preparando esa defensa que compartimos. Mi
compañero está privado de libertad, pero no de capacidad de
compasión, empatía, dignidad, hombría y cojones para sacar a
una criatura del pozo de la desesperación y devolverla a la
vida. Un mensaje : Juez Torres. ¡Empápese!.
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