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OPINIÓN - SÁBADO, 19 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Mi compañero Hoffman
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Por muchos años de experiencia que se acumulen en la chepa, por mucho que se tienda a regurgitar, en cada causa penal, el caudal de conocimientos y experiencias mamados del día a día, siempre hay un tema, uno determinado, que impacta con mayor fuerza. Por su carga humana, por lo diferente de lo acontecido o por la personalidad de aquellos que constituyen el factor humano del procedimiento. Y yo estoy viviendo la mágica de experiencia de haber sido agraciada por el Universo, con unas Diligencias Previas recicladas en Ley del Jurado ,que para mí constituyen un caso de manual. Complicado, difícil, farragoso homicidio con todas las circunstancias eximentes que aparecen salpicadas en nuestra Ley Penal. Y cuya concurrencia hay que demostrar sudando la toga y el teclado del ordenador, porque nadie regala nada en esta profesión de fenicios espirituales. La esposa del inculpado, Dolores, con ese apasionamiento andaluz de hembra hispana maridada con guiri preso me abrumó con unas palabras “Nuestras vidas están en tus manos y en las de Juan Hoffman”. Y no es cierto, ni el magnífico Hoffman, una víctima inocente más del oportunismo inquisitorial de la vergüenza patria del Malaya, ni yo, somos más que instrumentos del Arquitecto Universal. Dicen que, la casualidad, es el pseudónimo de Dios cuando no quiere firmar y creo firmemente en la sincronicidad. Nuestro defendido alemán, que no habla una papa de español y se llama Jürgen, el que mató en un paroxismo de terror a un tipo cuya catadura tenemos que rescatar y recrear Juan y yo a través de los archivos policiales europeos, el desventurado Jürgen, dieciocho meses bajo los efectos del diazepán por riesgo de suicidio, estaba en el inquietante módulo 13, donde hay que saber estar y este no sabía estar, el pobre hombre. Quiso Dios que, ese juez Torres a quien soy abiertamente hostil y ustedes lo saben, enganchara a este jurista de postín, a esta fabulosa mente jurídica, al hombre de Dios que es Hoffman y, en el batiburrillo de la instrucción, entre informes de la Udyco, listas de ANV legalizadas que sentarán a proterroristas en las instituciones, paseos idílicos del asesino múltiple de Juana y caos inmigratorio, lógicamente, le facturaran para Alhaurín.

Dicen en los mentideros que, el próximo en caer será el malvado carnicero que blanqueaba los dineros de Roca vendiéndole ternera de primera a su señora y pitracos para su perro y luego la boticaria que ayudaba a blanquear a la hija de Roca facilitándole tratamientos antiacné juveniles y compresas con alitas. Eso va a ser inminente, porque han operado de almorranas a de Juana, con la tecnología más avanzada y los mimos exquisitos que suelen dispensar a los presos, en los saturados hospitales de la Seguridad Social española, a saber, menú de libre elección, habitaciones individuales con seguridad, coches a su disposición para menearse libremente y… ¿Qué si estoy de coña porque los enfermos penitenciarios suelen estar realmente de puta pena? Vale. Pero el buen Dios es quien es y puso a Hoffman cargado de textos jurídicos en el módulo 2 de Alhauvips, que es donde hay más abogados por metro cuadrado de España y el letrado, que es alemán y habla todos los idiomas, se llevó al desventurado Jürgen a su vera, para hablarle y darle fuerza, para trabajar conmigo y currarnos el expediente, preparando los interrogatorios de los testigos, cada compañero a un lado del cristal.

El juez Torres, a quien manifiesto desde aquí mi más abierta hostilidad al tiempo que elevo mis plegarias para que se haga justicia, puede encarcelar el cuerpo físico de un Hoffman, pero no puede privarle de que lleve en su alma, mente y espíritu aquello que, en un naufragio, el mar jamás le podrá arrebatar: la capacidad de ayudar a un ser humano aún más desdichado, de hacerle olvidar el diazepán, de darle esperanzas, de partirse el culo y dejarse las pestañas sobre las fotocopias preparando esa defensa que compartimos. Mi compañero está privado de libertad, pero no de capacidad de compasión, empatía, dignidad, hombría y cojones para sacar a una criatura del pozo de la desesperación y devolverla a la vida. Un mensaje : Juez Torres. ¡Empápese!.
 

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