Aunque en un ámbito territorialmente tan limitado su
influencia es más limitada, la televisión es un instrumento
decisivo para que los partidos hagan llegar a los ciudadanos
sus propuestas electorales con el fin de que estos puedan
votar con las mayores cotas de juicio razonado. Junto a los
programas informativos y los espacios de publicidad, los
debates se han convertido en el tercer elemento de
divulgación política en periodos electorales. En la historia
de España sólo se han celebrado debates cara a cara entre
candidatos a la Presidencia del Gobierno en las elecciones
de 1993, cuando las encuestas apuntaban un empate técnico
entre las candidaturas en liza. La realización de un debate
y las características que debería tener antes de la cita con
las urnas del próximo 27 de mayo en Ceuta ha atizado durante
los últimos días una de las polémicas más acaloradas de la
primera semana de campaña en la ciudad autónoma. El PP
anunció hace semanas a través de su presidente regional y
número 2 en la candidatura, Pedro Gordillo, en una
entrevista concedida a este periódico que su partido haría
una campaña “en positivo” y que rechazaría las invitaciones
para confrontar directamente su programa con el de las demás
formaciones políticas. Está en su derecho.
Por su parte, los otros cinco partidos en liza por el voto
de los ciudadanos han denunciado esta posición como una
vulneración de los derechos democráticos de los ceutíes y
han reiterado su deseo de realizar un debate abierto con
todos los interlocutores que quieran participar en él. Vivas
ha rechazado ese esquema y sólo se ha ofrecido a un ‘cara a
cara’, opción que no ha sido de su agrado. También están en
su derecho, como si deciden impulsar un debate entre ellos,
al margen del Partido Popular. Es, en último término, un
elemento estratégico.
Mientras los debates electorales no sean obligatorios, un
asunto de actualidad campaña tras campaña, cada partido
tiene todo el derecho a trasladar su mensaje de la manera
que le parezca más eficiente y útil para la ciudadanía.
Negarse a entrar en una confrontación directa y multilateral
no debe servir, por tanto, para el ataque gratuito.
|