El pasado domingo, organizado por
la Asociación de Empresarios de la Construcción de nuestra
Ciudad, en los llanos de la Marina, se celebró el “I
Concurso de Albañilería y Exposición de materiales de la
construcción”.
Haciendo memoria vieja, nos volveremos atrás a recordar que
en los años 60 se iniciaron estos concursos de albañilería y
que nuestra tierra, fue sede de uno realizado a nivel
nacional. Lo que constituyó, en aquellos tiempos, un
auténtico éxito para esta tierra, en ocasiones tan olvidada.
Traer de nuevo, la celebración de este concurso después de
tantos años, suponía jugarse el todo por el todo
exponiéndose, sin duda alguna, a jugarse la carta del
fracaso. Pero el que no se embarca no se marea decidimos, en
un alarde de facultades no muy normales, las cosa claras,
embarcarnos en esa aventura y encomendarnos a todo lo que,
en estos casos se puede uno encomendar.
La cosa se inició un día de eso en que, sin sabor por qué,
comentamos aquella época donde se celebraba este
acontecimiento. Y Cristóbal Chaves junto a Paco Navas,
decidieron que se podía intentar. Y, dicho y hecho, se
pusieron manos a la obra embarcándonos, en esa aventura, a
todos los de la peña “El Ladrillo”
Reunión, con la intervención de todo y Javier Arnaiz sería
el encargado de diseñar el trabajo a realizar por las
diferentes cuadrillas. Puesto en marcha el asunto, ya no
había vuelta atrás. Y a los ojos de todos están los
resultados obtenidos, un éxito en toda la extensión de la
palabra.
Lo que se traba de conseguir, en este concurso de
albañilería, más que el concurso en si, era la convivencia
entre empresarios y trabajadores de la construcción y a fe
que se consiguió, pues fue una jornada inolvidable tanto
para unos como para otros que, durante unas horas,
compartieron vivencias en un tono distendido y agradable.
Ejemplo a seguir.
Estaba uno tan metido en el tema, que hasta me hicieron
“trabajar”, entregándome un micro, mi vieja herramienta de
trabajo que me ha acompañado durante toda una vida. No se
pueden imaginar el gran favor que me hicieron, pues el micro
me hizo rejuvenecer, trasladándome a otra época, donde ese
micro era mi razón de ser.
Pero donde los compañeros de la peña de “El Ladrillo”
rizaron el rizo, con mi persona, fue cuando me concedieron
el escudo de oro de la peña, como presidente de la misma. Me
emocioné a pesar de ser hombre muy dado a no expresar jamás
mis sentimientos. La verdad no tengo palabras para agradecer
ese detalle que me hicieron, más por afecto hacia mi persona
que por méritos contraídos. Les quise corresponde de alguna
forma y la única manera de hacerlo, con un micro en la mano,
es utilizando el mismo para hacer más amena, si ello era
posible, la velada. Tiré de la veteranía e improvisé, sobre
la marcha, una pequeña actuación.
Ahora, con más tiempo y con la experiencia conseguida, vamos
a ir paso a paso, sin prisa pero sin pausa, preparando el
asunto para el próximo año. Estos concursos que tanto hacen
por nuestra tierra, no se pueden perder. Así que todo
quisqui a trabajar, en ello, ya.
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