En la fiesta organizada por los
directivos de La Peña del ladrillo, el domingo pasado,
estuvo María Antonia Palomo. La cual sacó a relucir
todos sus encantos para seducir al personal. Estuvo, como no
podía ser de otra manera, en candidata rabiosa buscando el
voto. Pues bien sabe ella que ha de trajinarse de lo lindo a
la gente si quiere hacerle una higa a lo que dicen las
encuestas.
Las encuestas, ciertamente, no le han sido nada favorables,
hasta ahora; pero MAP está en la brecha de una campaña que
terminará por agotarla. Ya que me han dicho que se está
trabajando la calle sin tomarse el menor respiro. En
realidad, la candidata socialista es mujer fuerte y
tesonera, y si por ella fuese estaría haciéndose el artículo
noche y día, a fin de obtener un número de diputados acorde
con las siglas que representa. Pase lo que pase, lo digo de
verdad, nadie podrá negarle el entusiasmo con que ha
afrontado estas elecciones.
María Antonia, durante la fiesta de marras, me invitó al
aperitivo que se serviría en El Varadero, con motivo
de la llegada a Ceuta de Manolo Chaves: presidente de
la Junta de Andalucía y también del Partido Socialista. Así
que el lunes me presenté a la hora convenida en el sitio
previsto. Poco antes de las tres de la tarde y con el sol
apretando ya sin ningún tipo de consideración.
En la barra de El Varadero me topé con Gonzalo
Sanz y Manuel Calleja; ambos candidatos
socialistas y firmantes de artículos espaciados en
periódicos. Nunca antes había tenido la ocasión de meterme
en cháchara con ellos. Pero los dos, casi al unísono,
decidieron abordarme y mantuve con ellos una agradable
conversación mientras Manolo Chaves aparecía en escena.
Debo decir que nos cundieron los minutos de charla. Y fue
así porque Gonzalo y Manuel dieron juego suficiente para que
yo me sintiera a gusto desde que me cupo la suerte de
coincidir con ellos. El hecho ya merecía haber estado allí.
Nacido en Ceuta, Manolo Chaves dejó muy claro, cuanto antes,
que Andalucía es donde se ha formado en todos los aspectos y
ha conseguido sus logros políticos. Para compensar esa
declaración de principios, recordó a su madre y la petición
de ésta acerca de que sus cenizas fueran esparcidas en esta
tierra. Voluntad que se ha cumplido recientemente.
Destacó que su presencia en Ceuta era para respaldar a la
candidata socialista. Y a partir de ahí, sus palabras fueron
careciendo de emoción y se limitó a hacer esa faena de aliño
que tantas veces hemos visto en sus toreros predilectos:
Jesulín de Ubrique y Finito de
Córdoba.
En un momento determinado de su discurso, carente de interés
electoral, caí en la cuenta de que MCH es hipotenso y que
esa bajada de tensión la acusa hasta bien entrada la tarde.
Porque, de no haber sido así, habría sido imperdonable tanta
carencia de pasión en lo que fue diciendo para salir del
paso.
Algunos dirán que su discurso estuvo dirigido a los
empresarios locales y sobre todo a hacer hincapié en que
españoles y marroquíes están condenados a entenderse. Y,
sobre todo, los ceutíes. Nada que no sepamos por estas
tierras. Pidió el voto para el Gobierno de José Luis
Rodríguez Zapatero, con cierto desgaire, para,
inmediatamente, curarse en salud: de votar los ceutíes a
otra persona no habrá discriminación. Faltaría más, don
Manuel.
En cuanto Chaves dijo amén, salí pitando de El Varadero sin
ni siquiera haberme llevado a la boca un pincho de tortilla.
Y, desde luego, con el firme propósito de no oírle otra vez
en El Parador La Muralla. Por desilusión, claro es.
Ah, de los problemas de la candidata socialista, María
Antonia Palomo, con la prensa, según he leído, escribiré. Y
además lo haré en corto y por derecho.
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