Bueno a la hora en punto, ni un
minuto más ni uno menos, se ha producido la pegada de
carteles, de los distintos partidos que se presentan a las
próximas elecciones municipales. La pegada del primero de
los carteles, como es habitual, corrió a cargo del candidato
rodeados de sus más allegados entre los que no podían
faltar, por supuesto, todos los que les acompañan el la
lista de su partido ¿Qué me pregunta usted, qué si faltaron
a esa pegada los de turno?. Por favor, amigo guardia, eso ni
se pregunta estaban todos allí, como un sólo hombre,
aplaudiendo a rabiar y dando los “vivas” correspondientes.
El deber, es el deber y ellos jamás faltan a ninguna cita,
donde se hacen notar con sus aplausos y sus “vivas”
correspondientes. Todo sea por una buena causa, por lo que
pueda caer.
Veremos a ver qué es lo que pasa cuando, a algunos de los
componentes de ese coro de pelotas y lameculos, no reciban
lo que esperan recibir por el trabajo realizado de palmeros
y gritos de ánimo. Ni te lo quiero contar, morena de mis
amores. Vamos a tener contestaciones para todos los gustos y
a algunos, a los que pelotas y lameculos han aplaudido a
rabiar, los van a despellejar vivos.
De hecho, no hace muchos días, alguien ha sacado los píes
del tiesto atacando con saña, a aquel que, según su versión
de los hechos, le ha engañado cuando más feliz se las
prometía con la promesa realizada. Ya sabe que las promesas,
no siendo las promesas de amor, ningunas se cumplen. Y
servidor no cree que eso fuese amor entre ambos dos, el de
la promesa y el que se las prometías felices. Ya lo dijo
aquel: “hay amores que matan”
Cuántos amores habrán muerto por culpa, culpita del asunto
de no ir en las listas y, sobre todo, por las falsas
promesas realizadas antes de que se dieran a conocer los
componentes de las mismas. No se intranquilicen, en escaso
tiempo, en menos que canta un gallo, irán apareciendo todos
aquellos que fueron engañados y largando estopa. Lo cual nos
va a venir muy bien para psar unos ratos divertidos.
Dicen que el hombre es el animal que tropieza dos veces en
la misma piedra. Algunos de los engañados, no sólo han
tropezado dos veces sino que lo han hecho, con la misma
piedra, siete veces siete. ¡Que ya es decir!.
Es más, les puedo asegurar sin temor a equivocarme, que
volverán a tropezar, nuevamente, en cuanto le llamen, le
pasen dos veces la mano por las espaldas y le susurren al
oído, que les tienen preparado para algo muchos más
importante que el ir en esas listas.
Los pobres incautos volverán, de nuevo, a creérselo y dirán
para si: “cómo es posible qué haya duda de este amigo. Ya
sabía yo que me reservaba para algo mucho más importante?.
Los hay que no tiene solución. Son todos esos pobres diablos
con los que el gran embustero juega sus cartas preferidas,
la mentira.
Mire, amigo guardia, que le engañen a uno un par de veces,
puede pasar, pero que le engañen una tercera ese, sin duda
alguna, pasa a engrosar la lista de los gilipollas en grado
sumo. La mentira tiene las patas cortas y son muchos los
que, ya, lo saben. Mal camino…
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