No son pocas las campañas electorales que a uno le ha tocado
vivir, y no son pocos los políticos con lo que uno ha tenido
que tratar a lo largo de los últimos veinte años en esta
Ceuta de nuestras entretelas.
Cada periodo electoral tiene su especial intringulis y su
devenir se encuentra directamente relacionado con la
personalidad de los dirigentes de las formaciones políticas.
En esta ocasión la tranquilidad y el sosiego es, hasta el
momento, la nota predominante en una campaña que se juega
también ‘por detrás’.
¿Cómo?, con tarifas planas de publicidad para partidos
políticos que se acojen a los favores prestados, y se ponen
en manos de desvergonzados empresarios mediáticos
camaleónicos que labran así un terreno por aquello del ‘por
si acaso’.
Desvergüenza, porque se prestan favores que no serán
gratuitos. ¿A cambio de qué?, esta sería una pregunta cuya
respuesta podría ser relativamente fácil de responder,
atendiendo al hecho de conocer quién es el que presta el
favor y a quién o a quiénes favorece. Desvergüenza porque
presumiblemente se emitan facturas con cargos ficticios que
no cuentan con un asiento contable en el capítulo de
ingresos y, a lo mejor sí, en el capítulo de la ‘inversión’
[aunque ésta sea ‘b’]
Y discriminación porque no es entendible en modo alguno;
incongruente a más no poder, que algunos partidos políticos
aparezcan en sólo un medio... lo que proporciona sospechas
poco edificantes al respecto.
No obstante, los que somos serios [y nosotros lo somos]
ofrecemos el ‘mensaje’ de todas las formaciones políticas.
Los potenciales votantes no tienen la culpa de que sus
dirigentes, a veces, actúen tan torpemente.
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