Las barreras psicológicas, e incluso físicas, no son algo
que asuste al escritor Abdelá Taia. Este joven nacido en el
modesto barrio de Salé (cerca de Rabat) en Marruecos, se
convirtió hace algo menos de un año, en el primer marroquí
que reconocía públicamente su homosexualidad.
Antes de él, solo el también escritor Rachid O. se había
confesado homosexual, aunque no llegó a revelar su apellido
completo. “Rachid firmaba con la primera letra de su
apellido, pero nunca dio a conocer su identidad
completamente” dice Taia, que reconoce su admiración por
este predecesor marroquí. “Los libros de Rachid fueron muy
importantes para mí, los leía y pensaba en lo increíble que
era que alguien hablara de temas tabú como la homosexualidad
entonces. Siempre me sentí emocionado a leerle”.
Ahora, es Taia quien levanta revuelo entre sus lectores, y
suma amigos que, tras leer sus libros, se ponen en contacto
con él para agradecerle sus palabras liberadoras. Porque de
libertad es de lo que trata la escritura de Abdelá Taia, él
mismo reconoce que escribe en francés porque se siente “más
libre” y que sólo en esta lengua ha conseguido “conocerse a
sí mismo” y “expresarse sin barreras, completamente libre”.
Abdelá presentó la semana pasada su último libro “El
ejército de salvación” en Barcelona y Madrid. Su tercera
novela habla, como las anteriores, de su vida y sus
experiencias personales, mientras expone una visión crítica
del mundo occidental y sus prejuicios, en especial la
hipocresía de la sociedad de Marruecos. “No he escrito
ninguno de mis libros para decir : aquí estoy, me llamo
Abdelá, soy marroquí y soy homosexual. Mi novela trata sobre
un joven que trata de descubrirse a sí mismo y sus vivencias
en el viaje que le lleva a occidente buscando su libertad”.
La editorial Alberdania ha sido quien ha apostado por
traducir a este joven escritor, y ha traducido su novela
tanto al castellano como al euskera, que ya está en la calle
desde el 4 de mayo pasado.
Tan cerca y tan lejos
Europa ha proporcionado a Taia la oportunidad de
desarrollarse como escritor, y según confiesa, no tiene
planes de marcharse por el momento. “Me encanta la vida en
París, ir a los museos, al cine, pasear a tus anchas por la
ciudad ... París es una ciudad que estimula tu intelecto
continuamente y , aunque vivo en soledad, me ha ayudado a
conocerme a mí mismo, escapando de la prisión que puede
llegar a convertirse Marruecos en ocasiones.”
“Amo a mi país, y no reniego de él, pero si eres homosexual
allí, más te vale mantenerte en silencio”. La mayoría de los
homosexuales de Marruecos viven una doble vida, y la
sociedad oculta el hecho de que son parte de la sociedad,
ignorando su existencia o no reconociendo que están ahí.
La homosexualidad, considerada un delito en Marruecos , está
penada con penas de seis meses a tres años de cárcel. Pero
lo peor no es lo que dice la ley, sino la presión que
ejercen grupos islámicos extremistas, que someten a
vergüenza pública a los homosexuales, como el reciente caso
de un estudiante universitario de Fez, que fue ridiculizado
y expulsado violentamente de la residencia universitaria
donde vivía por un grupo de unos 400 islamistas maduros.
Aún así, los libros de Taia no han suscitado de momento
reacciones hostiles hacia el autor, que reconoce sentirse
protegido por el francés. “Cuando hablé públicamente sobre
mi homosexualidad en aquella presentación [de uno de sus
libros] estaba realmente asustado. En Marruecos te enseñan a
tener miedo dentro de cuerpo desde pequeño. Te inculcan
temor a ser mal visto, a tener vergüenza.”
El escritor explica así que, una vez que comenzó a escribir
en francés, comenzó a conocerse a sí mismo, sin las
presiones familiares o sociales impuestas, y fue entonces
cuando se dio cuenta de que no podía seguir ocultando su
verdadera identidad. “Era superior a mis fuerzas, no quería
mentir y acabar esquizofrénico como los demás”.
Taia sabe que su familia probablemente no llegará nunca a
comprenderle, a entender por qué dio aquel paso por el que
hizo pública su homosexualidad. “Para ellos fue un
escándalo, algo que les hizo verme como a un extraño al que
no lograban entender”- afirma- . Pero también piensa que su
país está cambiando, y que poco a poco se está llegando a
objetivos nuevos, con la libertad como límite.
Hasta que ese cambio llegue a su amada tierra, Abdelá Taia
es feliz en la ciudad de la luz, y piensa seguir escribiendo
en la lengua de Molière mientras disfruta de su
recientemente hallada libertad.
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