Así, sin paliativos de ningún tipo. El Getafe, que hace tres
temporadas estaba en segunda división, esperando cualquier
cosa, se ha convertido esta temporada en el equipo “matón”
para los grandes, y la última paliza se la ha endosado al
mismísimo Barcelonade Laporta: 4 - 0.
No es extraño que los seguidores, al día siguiente de la
derrota, fueran al entrenamiento de los blau granas, a
ponerlos como “hoja de perejil”, pero hay que tener en
cuenta que el equipo catalán de este año está a “años luz”
de lo que fue el pasado año y la anterior temporada.
Con todo y eso va el primero, pero este “pescozón” ya indica
que es el líder más “barato”, por juego, de los últimos
quince años.
Dice un refrán que no hay peor cuña que la de la misma
madera y Bernard Schuster, que había venido “quemao” del
partido de Barcelona, y especialmente del gol fantástico de
Messi, ha querido devolver el regalito, envuelto en papel de
celofán, con tarjeta de felicitación y todo.
Esta derrota, o victoria, según desde qué parte se mire,
puede cambiar y mucho las perspectivas de varios equipos,
como el Barcelona, el propio Getafe y, tal vez, de rebote el
mismísimo Madrid, además de algún otro “tapado”.
En el Barça, que puede, y muy bien, salvar la temporada
ganando la liga, las cosas pueden complicarse y los cambios
o los “intercambios de cromos” van comenzar ya, partiendo
del mister y atravesando por la plantilla en la que hay
estrellas que ahora ya no brillan (son muchos gallos en un
solo corral).
El Getafe, haga lo que haga ya en la liga, ha logrado el
premio gordo siete meses antes del sorteo de Navidad.Primero
con el chollo de lo que es una final: ingresos extra, y
luego con la posibilidad de jugar en Europa la próxima
temporada.
A Schuster esos noventa minutos le van a suponer, además de
un prestigio a todos los niveles, una subida de su
cotización como no esperaba nadie, y ya, por último, aunque
eso habrá que verlo, si es que el Madrid quiere al técnico
germano, finalizará la temporada, con o sin ganar algo,
presentando unos alicientes para sus seguidores, como no ha
tenido en los últimos cuatro años.
El futbol mueve pasiones, sí; el futbol da o quita gloria,
también; el futbol da prestigio, desde luego que sí, pero,
por encima de todo, el futbol hoy mueve millones de euros, y
cada patadita que se está dando al balón es un chorro de
caudales para sus componentes.
Es curioso, cuando algunos “gilipuertas”, intelectualillos
baratos, murmuran o predican contra este deporte, como
alienador de mentes. Y más de uno, desde Getafe ahora mismo,
podría responder a cualquiera de ellos, que la propia
localidad madrileña, en tan sólo noventa minutos, se ha dado
a conocer, o ha revalorizado más que con algunos otros
movimientos en los que aparecen dieciocho tuercebotas
reclamando... progreso y lo que a eso acompaña.
Y volviendo a lo que fue el partido, hay que valorarlo desde
las dos caras, desde las dos aficiones, desde las dos
entidades y desde lo que es el futbol, un deporte con mucho
dinero en lontananza, una modalidad que atrae a más del 80%
de la población, y una máquina de mover y remover el
marketing, para el Barça en este caso a la baja, para el
Getafe en estos días, hasta unas cotas que jamás hubiera
podido pensar.
Madrid será la sede de la final de la Copa del rey. Desde
Getafe se tarda poco en llegar a Chamartín. Desde Sevilla
habrá servicios especiales: ave, vuelos para la ocasión,
autobuses y coches particulares. Una serie de cruces
empresariales que bendicen a unos colores y que logran
también unas ganancias extras, para muchas personas.
Y ahora, para finalizar, y ya metidos en el mes taurino de
San Isidro: ¡Que Dios reparta suerte! y al Getafe que le
quiten lo “bailao”, porque esa remontada, esa goleada a uno
de los grandes de Europa no lo habían soñado ni los más
optimistas en la entidad getafense.
El Barça partía esta temporada con la aspiración de ganar
hasta el torneo del paraiso, y mira por donde, como las
cosas se le tuerzan, en el Manzanares, por ejemplo, pueden
ir de recogepelotas al infierno. Los aires de grandeza y la
megalomanía que han partido de Barcelona tienen su propia
cura al no haber más goles.
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