Dª Ana María López del Amo, nació en Valladolid: hija de
militar se trasladó a Ceuta. Trabajó como maestra interina
en la Agrupación “Miramar”, pero, al conseguir aprobar las
oposiciones, estuvo unos años incorporada a la Campaña de
Alfabetización, para pasar después al “Convoy”, donde ya no
conoció ningún centro escolar distinto. Toda su vida ligada
a la enseñanza con una gran fidelidad al Centro, donde dejó
una huella difícil de borrar. Fueron muchas las alumnas que
pasaron por sus aulas y, todas ellas, tienen palabras de
agradecimiento de su meritoria labor. Algunas llegan a
calificarla como maestra/madre. Desprendida en extremo,
resolvía con prontitud las carencias de sus alumnas, en lo
referente al material escolar.
Asimiló de buen grado el establecimiento de la educación
mixta, aunque atrás quedaran las actividades propias de las
niñas, de la que era una buena transmisora.
Yo conocí a Dª Ana María cuando vivían en Villa Jovita. Mi
encuentro profesional tuvo lugar en el curso 72-73, por mi
incorporación al “Convoy”, y desde el primer momento, me
sentí atraído por su trabajo en el aula. Me llamó
poderosamente la atención su pequeña biblioteca de aula,
donde allí “descansaban” varios ejemplares del libro
“Platero y yo”, al que le sacaba una alta rentabilidad, ya
que se utilizaba como libro de lectura, para realizar
actividades propias del Lenguaje: vocabulario, resúmenes,
dictados, etc. Una antigua alumna comentaba: ¡Qué bien
aprovechaba Dª Ana María el “Platero y yo”; creo que nos lo
sabíamos de memoria”.
Dª Ana María, hasta la llegada de la educación mixta,
trabajó siempre con alumnas, conjugando la educación
religiosa con la moral y la intelectual. Nuria, una antigua
alumna se expresa así: “Dos grandes maestras me marcaron
positivamente. En el Parvulario, Dª Mercedes y en 5º, Dª Ana
María, dos excelentes personas”.
Todas sus alumnas recuerdan que, simultáneamente a los
aprendizajes de las materias fundamentales, también les
enseñaban la iniciación en las labores, en especial, hacer
punto, de la que era una gran experta. Una alumna, madre en
la actualidad, que también tuvo la suerte de tener a Dª Ana
María como maestra, se lamentaba de que en los contenidos de
ahora, las clásicas labores, hayan desaparecido. Algún
alumno, cuando ya la enseñanza era mixta, recuerda que el
primer año realizó también algunas labores; después dejaron
de aplicarse. Otras alumnas recuerdan, simpáticamente la
regla ortográfica que les transmitió Dª Ana María, en forma
de pareado: “Hasta con ‘h’, preposición; hasta sin ‘h’,
cuerno, señor”. Y una buena estrategia para el vocabulario,
uso de sinónimos y antónimos, era la utilización de
crucigramas.
Gustaba de sacar su clase para observar determinados
acontecimientos, donde se encontraban muchos inconvenientes
en aquellos tiempos. Por ejemplo, llevaba su grupo, siempre
que tenía la oportunidad, a presenciar la actuación de la
Masa Coral de Ceuta, dirigida por su marido, D. Andrés del
Río, y de la que ella era una componente más. También
visitas de otros tipos, como por ejemplo, visitar
instalaciones con militares motivo de algún acontecimiento
significativo.
Motivaba a sus alumnos con continuas narraciones de sus
vivencias, o cualquier tipo de historia que les interesaban.
Vivía intensamente en contacto con la Naturaleza. Una de sus
alumnas refiere que se iba a andar por la Carretera Nueva y
se daba un baño en la playa del Chorrillo, y todo esto antes
de iniciar su jornada escolar. Una vez jubilada, todos los
días iniciaba sus paseos por la mañana. Con ella me
encontraba y teníamos unos momentos para recordar nuestras
vivencias en el “Convoy”, al que yo dejé de pertenecer en el
curso 91-92. Recibió de sus compañeros el merecido homenaje,
como también el de la Ciudad Autónoma. Pero una figura de la
categoría de Dª Ana María se hubiese merecido algo más. Su
fidelidad al Colegio fue suficiente mérito para que su
“colegio de toda la vida” llevara su nombre. En nuestra
ciudad se dan algunos casos de este tipo de reconocimientos
y labores bien hechas.
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