No sé por donde querrán ustedes
que empiece, pero les diré sinceramente que voy a hacerlo
por donde pueda. Lo imporante a destacar a mi juicio son dos
cosas. Por un lado el orgullo que supone, como español,
mostrar a los colegas de otras latitudes el clima de
libertad en el que nos movimos todo el día, de aquí para
allá: desde un benemérito control identificativo, de lo más
normal y afable, por estar grabando sin permiso por un
polvoriento caminito justo encima de la frontera, al
visionado en detalle (desde los decorativos cañones al
escudo en piedra) del emblemático edificio de la Comandancia
General de Ceuta. Bien es verdad que, poco antes me había
acercado yo personalmente para avisar al oficial de guardia
(cortesía y profesionalidad por encima de todo). “Al Yazira”
no se me puede quejar “ni mijita”, digo. Las entrevistas, un
poco liosas por esto de cuadrar horarios, bien. Hoy hablaron
para la cadena qatarí tres personajes locales: Mohamed Ahmed
Alí disfrutó de lo lindo charlando por los codos a la vera
de la estatuta del geógrafo El Idrissi, caballa “muslím” de
proyección internacional; Lemague estuvo muy en su papel,
teniendo el detalle (no me pasó desapercibido) de contestar
a las preguntas en castellano, aun hablando un árabe fluído,
mientras que Aróstegui fue traducido. Aróstegui, quien a mi
juicio y profesionalmente hablando fue “bombardeado” de una
manera un tanto monotemática, fue ameno y didáctico a la
hora de explicar el sentido de la valla del perímetro
fronterizo y que tanto preocupa a mis colegas. En un ligero
refrigerio a mediodía, a la altura de la Gran Vía, intenté
decirles tanto al periodista y al cámara como a Mohamed
Ahmed Alí algunas cuestiones, matizando palabras que en un
contexto mediático son tremendamente importantes: ni el
perímetro fonterizo ceutí es un muro, ni el contexto de
estas tierras (tanto desde el punto de vista geográfico como
histórico) tiene nada que ver con el infame “Muro de Berlín”
o la línea divisoria levantada entre Israel y Palestina. Del
debate subsiguiente todos aprendimos y, como suele decirse,
ahí queda eso.
Vivimos un momento mediáticamente crítico pasadas las cuatro
de la tarde, que ya les comentaré. También les diré por qué
motivo el Libro de Honor de la sinagoga Bet-El, casa
espiritual de la Comunidad Israaelita de Ceuta, tiene su
primera página en blanco. La respuesta la tienen los finados
Isaac Alfón y Fernández Vallespín, Comandante General de
Ceuta el 25 de marzo de 1971:
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