Afirmativo. Dos periodistas de la
afamada y polémica cadena árabe “Al Yazira” entraron
anteayer en Ceuta, vía El Tarajal, a las 18.00 de la tarde.
Si lo sabré yo. “¿Y qué hacen?”, preguntarán ustedes. Pues
“valla”, su trabajo como el resto de los mortales. Aprisa y
corriendo hubo que pergeñar un programa de entrevistas y,
claro, gestionar los permisos necesarios. Porque con un
“nivel de alerta 2” y lo que está cayendo las autoridades de
un lado y otro de la frontera no están precisamente
“cosconas”. Pero esta tierra es Occidente, sinónimo de una
libertad que para sí quisiera el resto del mundo y los
colegas se están moviendo como merecen, entiendo que a sus
anchas.
¿Anécdotas? Pues van ya unas cuantas... y las que quedan.
Ayer hicimos alguna “pizia”: logramos grabar parte del
perímetro fronterizo (entiendo que va a ser uno de los
“temas estrella”) en dos puntos: desde el antiguo fuerte de
El Príncipe y con la bahía de Benzú al fondo. También nos
recibieron amablemente en el CETI, visionando a placer las
instalaciones comunes, no así los habitáculos personales por
respeto a la intimidad de los acogidos, algunos de ellos
refugiados políticos como ese muchacho beréber, de la
Cabilia argelina, que logró escapar y salvar la vida pese a
sufrir -fruto de la intolerancia, adivinen ustedes por parte
de quién- gravísimas quemaduras.
En cuanto a la clase política y representantes de las
comunidades religiosas, ya nos hemos puesto en contacto con
algunos, aunque a estas alturas (son las 19.00 horas y he
logrado zafarme un rato a juntar estas líneas para ustedes)
todavía está por cerrar, o sea pendiente de su confirmación,
la entrevista con la máxima autoridad de la Ciudad, el
Presidente Vivas. Yo le animaría a intervenir -con las
garantías debidas-, pues al margen de portavoces de otras
corrientes, que sí van a aparecer por la pantalla, a Juan
Vivas le sobran razones y recursos para salir airoso. Es
cierto que se han cometido errores, pero tanto la
Constitución española como la mano tendida del Presidente de
Ceuta a todas las Culturas presentes en la Ciudad garantizan
un clima de entendimiento y convivencia. Ando pilladísimo de
tiempo, pero si pudiera hablar solo cinco minutos con mi
amigo Vivas -te devuelvo el cariñoso cumplido, Presidente-
cerraríamos ambos, no me cabe duda, la entrevista.
Donde no pude estar -y no sabes querida Soni como lo siento-
fue en la inaguración de la estatua de ese pequeño-gran
hombre: Gandhi.
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