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OPINIÓN - VIERNES, 11 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Aznar y las abominaciones
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

El tema está pasado, pero como aún continúo riéndome no puedo dejar de recordar las libertarias palabras de mi lider español, Aznar (mi macrolider es, por supuesto, Sarkozy) repito, sus ácratas frases sobre las buenistas campañas de tráfico. Ya saben, lo del cartelito lacrimoso que reza en la ruta “No podemos conducir por ti” y el del bigote apostrofando “¿Y quien le ha pedido a usted que conduzca por mí?”. Y lo de la copichuela siempre que no se ponga en peligro la seguridad de terceros… Je, je, je. Así ríe Aznar por debajo del recortado mostacho, con ese extraño humor salpimentado de mala leche que le caracteriza desde que, abandonada la Presidencia de España, demostró que, los años en los que cobró jornal de los españoles, le habían convertido en un gran estadista. ¿Qué dicen? ¿Qué Aznar tiene mucha jeta? Inmensa, jeta y repoca vergüenza por habernos dejados más tirados que el escupitajo de un tísico, precisamente “ahora” cuando nuestra Patria necesita políticos con testiculina de la fina, echáos p´alante y lo más políticamente incorrectos que sea posible, porque, existe tanta ñoñería en la moral del melocotón en almíbar, que, el pueblo soberano, está corriendo el riesgo de dejar de metabolizar la glucosa y ponerse diabético insulinodependiente.

Ni que decir tiene que apoyo la tendencia aznariana a criticar la injerencia policial del Estado Paternalista en el interior de nuestros vehículos. Si no me pongo el cinturón de seguridad es porque no me sale de mi ingle moruna y si quiero morir en caso de colisión es cosa mía. Eso sí, cualquier conducta que ponga en riesgo la vida de terceros yendo al volante debe ser durísimamente sancionada, pero no con retirada de puntos, sino con la intervención a pie de autopista del vehículo y que, el imprudente, el borracho, el colgado o e temerario se vayan andando a sus putas casas.

Y no digo que, encima, reciban un par de capones de los picoletos porque se me echarían encima las asociaciones humanitarias. Además la Constitución proscribe las torturas y los tratos inhumanos y degradantes. ¿Qué dicen? ¿Qué si darle varias collejas a un conductor suicida es tortura? No. Tortura es oír después los lamentos de los onegetistas y de los mantas de AI que son unos tipos que se dedican a denunciar enviando cartas y telegramas pero a quienes, personalmente, una vez denuncié un caso flagrante de persecución de unos ciudadanos por parte de un Estado y recularon y se quitaron de en medio, negándome el pan y la sal y, por supuesto, su ayuda. ¡Ay si yo les contara!

¿Qué murmuran? ¿Qué quieren que les cuente? Vale, pues les cuento que si Aznar no vuelve a tomar las riendas de la derecha neoconservadora española para las próximas generales, deberíamos adoptar algún tipo de iniciativa legal en su contra. ¿Qué ya lo he dicho antes? Pues, como el ajo, me repito y regurgito mis abominaciones, al igual que, los buenistas abominan contra Aznar, regurgito porque, la omisión del deber de socorro es un delito previsto y penado en el Código Penal y, el estadista español, vuelve por las buenas a tomar el timón y demostrar lo que ha aprovechado las lecciones magistrales que le ha pagado el pueblo soberano, o le mandamos al jueztorres, azote de la copla española y hacedor de heroínas del romancero gitano para que le haga detener a medianoche, le chape en un calabozo y le suelte al día siguiente. Mayormente para escarmentarle y en plan medida ejemplarizante, que, en mi barriada se dice “Pa que s´empape”.

¿Qué dicen? ¿Qué para algunos puede resultar irritante mi defensa a ultranza de Aznar? Pues que les jodan y lo digo con todo respeto, mejorando la presente y sin ánimos de señalar. Porque todo el mundo sabe que, servidora, es más cumplida que un luto y ha estudiado en el libro de la educación y de la vergüenza. Además, como creyente, mi deber es decir siempre la verdad. Por mucho que la verdad genere en mi contra un caudal de abominaciones que suelo repartir equitativamente entre mis vecinos para que se ahorren el papel higiénico y economicen. ¡Ele ese Aznar!.
 

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