El funcionario Vivas tuvo
siempre habilidad para que los políticos gustasen de
consultarle sobre todo lo habido y por haber. Lo cual le
obligó a empaparse de todo acerca de la Administración
Local. Pronto entendió que debía interesarse incluso por
cuanto no entraba dentro de su cometido. Sus conocimientos
de los políticos, y de la política castiza, fue aumentando
en la misma medida que su capacidad de asimilación. Dotado
de un fuerte apetito de saber, no dudó nunca en acudir
dondequiera que él pudiera hallar alguna materia asimilable.
Con lo cual se iba asegurando un enriquecimiento que bien
pronto le haría gozar de una fama profesional que nunca ha
menguado. Ni siquiera con los errores cometidos. Ya que,
como humano que es, los ha tenido y bien sonados.
Confieso que el funcionario Vivas me sorprendió al afiliarse
al Partido Popular y con su participación en la política
activa. Pero nunca por creer que estaba incapacitado para
tal menester. En absoluto. Sino debido a que su poder entre
bambalinas era tan grande que no estaba necesitado de dar
semejante paso.
Eso sí, nada más asumir ese riesgo supe yo que el político
Vivas iba de ganador. Estaba cantado que, más pronto que
tarde, el brillante funcionario iba a ser el mejor reclamo
electoral de los populares. Había llegado su hora de
abandonar su despacho laboral para sentarse en el sillón de
la alcaldía.
En su camino, en el del político Vivas, se cruzó el Grupo
Independiente Liberal (El GIL). Y lo que parecía, en
principio, un obstáculo insuperable, un freno a sus
aspiraciones, se convirtió en la rampa de su lanzamiento
meteórico hacia el poder. En el cual lleva ya más de seis
años. Y está a punto de ganarse el derecho a estar otros
cuatro dirigiendo los destinos de Ceuta.
Pero volvamos al funcionario Vivas y a su atinado paso por
la Delegación del Gobierno -alejado de la burocracia
impuesta por Antonio Sampietro-, nutriéndose de
saberes relacionados con la Administración del Estado a la
vera de Luis Vicente Moro y de la llorada Elena
Sánchez.
Con lo cual su buena formación se vio acrecentada y ello le
permitió acceder al cargo de presidente de la Ciudad, cuando
el voto de censura, con un bagaje de conocimientos
extraordinarios. Lo que unido a su forma de ser, tan
celebrada por los ciudadanos, le permitió obtener una
mayoría absoluta nunca antes vista en esta ciudad.
Cuando apenas quedan dos semanas para manifestarnos en las
urnas los hay que no cesan de comentar que el poder de
Pedro Gordillo en el partido y el haber completado una
lista electoral con muchas personas de su cuerda es prueba
evidente de que trata de fagocitar a Juan Vivas. Y lo dicen
convencidos de que la personalidad de Vivas es débil. Y, por
tanto, propensa a ser superada por la pujanza atropellada de
quien será el número dos en el Ayuntamiento.
Con el debido respeto para quienes piensan así, uno no
comparte esa opinión. Porque de compartirla, sin duda
estaría demostrando un perfecto desconocimiento de Juan
Vivas. Y yo presumo de haber estado cerca de él durante el
tiempo suficiente para no errar de manera tan grave.
Juan Vivas, que aparenta fragilidad de carácter y es tenido
por persona a quien le aterran las disputas, cuenta con un
yo poderoso. Créanme que es así. Por más que él trate de
encubrirlo con maneras suaves. Y un yo poderoso no pierde el
tiempo en temores de ser absorbido por otro. Llámese Pedro
Gordillo o el sursum corda. Un yo poderoso se permite el
lujo de elegir las armas para zamparse a cualquier
absorbente. Con lo cual, y si lo tienen a bien, dejen ya de
dar la tabarra con eso de que Vivas vive amedrentado por
Gordillo.
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