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OPINIÓN - VIERNES, 11 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

El yo de Juan Vivas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El funcionario Vivas tuvo siempre habilidad para que los políticos gustasen de consultarle sobre todo lo habido y por haber. Lo cual le obligó a empaparse de todo acerca de la Administración Local. Pronto entendió que debía interesarse incluso por cuanto no entraba dentro de su cometido. Sus conocimientos de los políticos, y de la política castiza, fue aumentando en la misma medida que su capacidad de asimilación. Dotado de un fuerte apetito de saber, no dudó nunca en acudir dondequiera que él pudiera hallar alguna materia asimilable. Con lo cual se iba asegurando un enriquecimiento que bien pronto le haría gozar de una fama profesional que nunca ha menguado. Ni siquiera con los errores cometidos. Ya que, como humano que es, los ha tenido y bien sonados.

Confieso que el funcionario Vivas me sorprendió al afiliarse al Partido Popular y con su participación en la política activa. Pero nunca por creer que estaba incapacitado para tal menester. En absoluto. Sino debido a que su poder entre bambalinas era tan grande que no estaba necesitado de dar semejante paso.

Eso sí, nada más asumir ese riesgo supe yo que el político Vivas iba de ganador. Estaba cantado que, más pronto que tarde, el brillante funcionario iba a ser el mejor reclamo electoral de los populares. Había llegado su hora de abandonar su despacho laboral para sentarse en el sillón de la alcaldía.

En su camino, en el del político Vivas, se cruzó el Grupo Independiente Liberal (El GIL). Y lo que parecía, en principio, un obstáculo insuperable, un freno a sus aspiraciones, se convirtió en la rampa de su lanzamiento meteórico hacia el poder. En el cual lleva ya más de seis años. Y está a punto de ganarse el derecho a estar otros cuatro dirigiendo los destinos de Ceuta.

Pero volvamos al funcionario Vivas y a su atinado paso por la Delegación del Gobierno -alejado de la burocracia impuesta por Antonio Sampietro-, nutriéndose de saberes relacionados con la Administración del Estado a la vera de Luis Vicente Moro y de la llorada Elena Sánchez.

Con lo cual su buena formación se vio acrecentada y ello le permitió acceder al cargo de presidente de la Ciudad, cuando el voto de censura, con un bagaje de conocimientos extraordinarios. Lo que unido a su forma de ser, tan celebrada por los ciudadanos, le permitió obtener una mayoría absoluta nunca antes vista en esta ciudad.

Cuando apenas quedan dos semanas para manifestarnos en las urnas los hay que no cesan de comentar que el poder de Pedro Gordillo en el partido y el haber completado una lista electoral con muchas personas de su cuerda es prueba evidente de que trata de fagocitar a Juan Vivas. Y lo dicen convencidos de que la personalidad de Vivas es débil. Y, por tanto, propensa a ser superada por la pujanza atropellada de quien será el número dos en el Ayuntamiento.

Con el debido respeto para quienes piensan así, uno no comparte esa opinión. Porque de compartirla, sin duda estaría demostrando un perfecto desconocimiento de Juan Vivas. Y yo presumo de haber estado cerca de él durante el tiempo suficiente para no errar de manera tan grave.

Juan Vivas, que aparenta fragilidad de carácter y es tenido por persona a quien le aterran las disputas, cuenta con un yo poderoso. Créanme que es así. Por más que él trate de encubrirlo con maneras suaves. Y un yo poderoso no pierde el tiempo en temores de ser absorbido por otro. Llámese Pedro Gordillo o el sursum corda. Un yo poderoso se permite el lujo de elegir las armas para zamparse a cualquier absorbente. Con lo cual, y si lo tienen a bien, dejen ya de dar la tabarra con eso de que Vivas vive amedrentado por Gordillo.
 

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