Aclarando que es gerundio, nada me
une al Partido Popular ni, por supuesto, al ex – presidente
del Gobierno José María Aznar. Voy de libre por la vida,
importándome tres pepinos, la opinión de todos aquellos a
los que les caigo mal. Entre otras cosas porque, desde que
llegué a este mundo, elegí a mis amistades sin dejar que
nadie me eligiera como amigo. ¿te lo digo más claro o te
conformas cómo está?.
Pues, bien, el ex – presidente del Gobierno, José María
Aznar, que acudió a Valladolid para recibir la medalla de
honor de la Academia del vino de Castilla y León, afirmó que
no le parece bien que la gente le diga a qué velocidad puede
ir o si debe o no beber vino. Déjeme que decida por mí, que
en eso consiste la libertad. Déjeme que beba tranquilo,
mientras no ponga en riesgo a nadie ni haga daño a los
demás. Ni te cuento, serrana del alma, la que se ha liado
con estas declaraciones de Aznar. Sólo ha faltado condenarlo
a cadena perpetúa.
Todos a una, como los Tres Mosqueteros incluido Dartagnan,
se han lanzado a la yugular del ex – presidente que, desde
mi particular punto de vista, personal e intransferible, lo
diga el mundo mundial, los jóvenes y las jovenas, ha querido
hacer una humorada, sin darse cuenta de que está muy lejos
de ser un humorista. Gracia, lo que se dice gracia y salero
la verdad, hay que reconocerlo, Aznar carece por completo de
ella. Quizás, si eso lo hubiese dicho un andaluz, pues igual
se toma como una humorada pero en labios de un castellano no
suena de esa forma tan graciosa que tienen los andaluces al
decirla.
Cierto es, no lo vamos a negar, que cuando era presidente
del Gobierno, aplaudimos su forma de gobernar España, a la
altura que la había colocado a nivel mundial y la magnifica
gestión económica realizada. Y, sobre todo, aplaudimos con
fuerzas el cumplimiento de su palabra dada, de que no
estaría más de dos legislaturas al frente del Gobierno.
Cierto es, también, que no compartimos la “humorada” de
Aznar, porque carece de sentido del humor pero, seguimos
insistiendo, las cosas no son como se dicen sino como se
quieren interpretar. Y la interpretación, a sus palabras, ha
sido ir a por él sin piedad alguna.
Sin embargo, alguien dijo a la juventud: “y ahora vamos a
colocarnos”. Y, cosa curiosa, no paso nada, porque nada
podía pasar ya que se dieron otra interpretación a sus
palabras y se acepto como una “humorada”. Pues vera usted,
amigo guardia, mueren más criaturas al año por las culpas de
las drogas, que por accidentes de tráfico y, los que son las
cosas a esa frase nadie se lanzó a la yugular del autor de
la misma. Eran otros tiempos, no era Aznar y que gracia tuvo
el que las pronunció. Vamos, hizo tanta gracia que todo el
mundo, ja, ja, ja, ji, ji, ji. Algunos hasta tuvieron que ir
al servicio a evacuar aguas de la risa. Vamos para
entendernos, con claridad meridiana, se mearon de risa con
la frase. Oiga, no era para menos, que frase más graciosa y
con que salero fue dicha.
Las frase, buenas o malas, las digan quienes las digan, se
critican o se aplauden, pero sin hacer distinción alguna,
dependiendo de las ideas políticas de cada quisqui. ¿O no?
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