Camino de la frontera del Tarajal, en un pequeño otero que
parece volcar la vista sobre la hermosa bahía sur de la
ciudad, se alza la pequeña barriada de Miramar Bajo. Se
trata de una recoleta barriada que alberga unas 193
familias. Se trata de pisos de nueva construcción que
comenzaron a levantarse hace unos 14 años sobre un solar que
albergaba casas bajas de construcción tradicional. Es un
barrio mixto, con un elevado porcentaje de población
musulmana que convive perfectamente con la población
cristiana, más o menos al 50% en cuanto a número de
familias.
En Miramar Bajo se ha notado mucho, según explica José Luis
Gómez, el presidente de su asociación de vecinos, que se ha
dejado de aplicar en ella el Plan de Empleo. “Hace dos años
que no participamos en estos planes, y eso lo ha notado
mucho la gente del barrio”, explica. Para esta barriada de
clase obrera, este es un drama especialmente sentido, sobre
todo porque el índice de desempleo de la barriada es
bastante elevado entre una población muy joven.
Es, con mucho, “el problema más grave que tenemos”, afirma
Gómez. Este hecho ha dejado con las manos vacías, además, no
sólo a los jóvenes de la barriada, también a supuesto para
los mayores una merma importante. Los cursos y las
posibilidades que ofrecía este plan hace tiempo que
desaparecieron de Miramar Bajo, y con ellos los programas de
asistencia para mayores y la formación que hiciera posible a
los jóvenes encontrar algo que pudiese mejorar su futuro.
Antes lo tenían en la asociación, pero ahora tienen que
desplazarse a otros puntos de la ciudad, y esto para los
mayores no es tarea sencilla.
Pero no es el único problema que tiene la barriada. Como
explica Gómez, la red de saneamiento está gravementre
deteriorada. Debido a que los sumideros no funcionan como es
debido, cada vez que hay lluvias de cierta intensidad,
sufren inundaciones en los patios interiores de los bloques.
Mejorar la seguridad
Otro asunto que les preocupa en Miramar bajo es el de la
seguridad. Pese a ser un barrio tranquilo, ultimamente se
sienten desprotegidos ya que, literalmente, “la policía no
pasa por aquí”. En tiempos recientes los vecinos se quejan
de robos en los garajes, de hecho hace pocos días han
pinchado las ruedas de varios vehículos. También se han
constatado actos vandálicos como quema de varios coches
detrás del polideportivo Diaflor. “Los vecinos piden más
vigilancia policial por el interior de la barriada para
poder sentirse más tranquilos”, afirma Gómez.
Por lo que respecta a los niños de la barriada, Gómez lleva
tiempo pidiendo al ayuntamiento que se construya una
guardería para que las madres trabajadoras, que son muchas
en este barrio, puedan dejar allí a los niños. También
llevan solicitando desde hace 8 años un campo de fútbol para
que puedan disfrutarlo los chicos, que no tienen donde jugar
y tienen que desplazarse a otras barriadas o. como mucho y
cuando el tiempo lo permite, bajar hasta las cercanas
playas. gómez ha hablado también con el ayuntamiento para
solicitar algún ordenador con el que poder enseñar a los
jóvenes de Miramar el uso de la informática, y no hacerles
así acudir al centro a pagar una academia que no pueden
permitirse.
Las reformas llevadas a cabo en la barriada han dejado
cierto amargo sabor de boca, porque “actúan donde hace menos
falta”. Han arreglado el alumbrado y se ha incrementado la
limpieza, pero el vecindario mira con esperanza al próximo
Plan de Dotación de Barriadas para poder poner solución los
problemas realmente necesitan.
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