Cuando uno juega con fuego, lo más
lógico es que se termine quemando. Cuando uno juega a querer
meterse a político, contando todo lo bueno que se es en
materia política, fiándose de lo que, en su día, le
prometiera el manda de turno pero que, después, donde dije
digo, ahora digo Diego, entra dentro de toda lógica que se
cabree el que fue maltratado y engañado por el manda. ¡Es
que los hay de un iluso!
Hay que tener en cuenta, que ese genio de la política,
pelota consumado en el arte de hacerle la pelota al manda,
tenía la completa seguridad de que gracias a sus visitas
diarias y a sus grandes consejos el manda, como no podría
ser de otra forma, estaría dispuestos a llevarlo incluso de
senador. ¿Qué menos podría hacer el manda, para agradecerle
todos los servicios presados y los grandes consejos dados a
su partido?.
Pues nada, ni por esas, que va el manda y le dice que nones,
que deje de soñar y que se despierte de una vez, que cuál es
el mérito que reúne su persona, además de hacerle la pelota
a diario, para ser propuesto como candidato a senador.
Bueno, tampoco hay que exagerar, el que dice senador del
mismo modo podría decir diputado o vaya usted a saber.
Puestos a querer un puesto, igual quería el puesto del manda
o, al menos, jefe de todos los asesores que el manda
tuviese. ¡Ditan sean los fideos gordos, con patatas cortadas
a rodajas!.
Cada uno, querido mío, vale para lo que vale y, a veces, ni
para eso se vale. En esta vida, que nos ha tocado vivir,
donde los del peloteo y los lameculos están a la orden del
día, hasta para llevarlos a cabo hay que saber y conocer,
perfectamente, al manda al que hay que hacérselo si se
quiere aspirar a algo. Incluso hay que saber sus debilidades
y el arte que tiene el manda para mentir y llevarse al
huerto al más pintado. Y, naturalmente, no ibas a ser una
excepción para llevarte al huerto.
Al manda si le sobra algo, son los pelotas y lameculos que
están todo el día rodeándole. Luego, uno más, aunque sea el
rey de los pelotas y lameculos, le importa tres rábanos.
Mi consejo, si lo quieres tomar, es acompañar al manda a
todas partes donde vaya a tener una intervención, nada de
preocuparte de los aplausos, que de eso se encargan los ya
conocidos pelotas y lameculos. Tú, para destacar y que le
manda se fije en tu persona, te levantas y a voz en grito
canta aquello de: “el manda, el manda, el manda es cojonudo,
como el manda no hay ninguno”. No te quepa la menor duda de
que se fijará en tu maravillosa persona y, eso, lo tendrá
muy en cuenta, ya que ningunos de los pelotas y lameculos de
turno, han tenido el valor y la sabiduría de cantarle esa
canción, con la que se demuestra que es el mejor, el único,
el no va más de las inteligencias políticas. Oye, por mi
santa, eso es digno de reconocimiento.
Te doy este consejo porque, hoy día, me has cogido de buenas
y, de esa forma, te amortiguo el cabreo que tienes, por lo
cual arremetes contra el manda y todos los mandas del mundo
mundial.
No te enfades hombre, te ha llevado al huerto, con una de
sus mentiras, como a tantos otros. Eso no lo hace conmigo el
manda. Sabe que le conozco demasiado bien. Lo tuyo es ir por
lana y…
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