Desgraciadamente, en esta tierra
nuestra, abunda los de la gorra y el pito que se creen el
ombligo del mundo. Estos patéticos personajillos, pequeños
dictadores, analfabetos en la mayoría de las ocasiones, con
un coeficiente mental bajo mínimos tratan, por el poder
conseguido gracias a la gorra y al pito, imponer a los que
tienen la desgracia de estar bajo su mando su santa
voluntad. Pobres diablos analfabetos que termina siendo el
cachondeo de una sociedad que les contempla entre la burla y
la chufla, mientras les hacen creer que son alguien
importante en la vida de la sociedad ceutí.
Un amigo mío, de ese que se cuentan con los dedos de la
mano, acostumbra a decir, cuando ve a algunos de estos
personajillos: “Dios le da braga a quienes no tienen culo”.
Más o menos lo que venía a decir la sabia de mí abuela
cuando les veía: “Dios le da pañuelo al que no tiene moco”.
Pero la culpa de todo, la tienen quienes conocedores de sus
escasos conocimientos les ha llevado a poseer esa gorra y
ese pito que les da cierto mando aunque, ellos, creen ser
poco menos que el presidente del gobierno.
Pienso y creo, con toda firmeza, que llevo toda la razón del
mundo al pensar que, todos ellos, son el prototipo del señor
Cuesta, presidente de la Comunidad de Vecinos de la
desaparecida serie “Aquí no hay quien viva”. Por cierto un
siglo de estos contaré algo sobre esa serie de mi amigo José
Luís Moreno. De momento vamos a centrarnos en los de las
gorras y los pitos con mando.
Aunque las comparaciones son odiosas, me he permitido el
lujo de comparar a todos ellos, los de las gorras y los
pitos, con el señor Cuesta por la creencia que tiene este
señor presidente de la Comunidad de Vecinos de la popular
serie, ya desaparecida, de creerse que el cargo del que
disfruta y por el que lucha con todas su fuerzas para que
nadie se lo arrebate, es tan importante como ser presidente
del país más poderoso del mundo. Pues todos ellos, todos los
de las gorras y los pitos, tienen mismo convencimiento que
el señor Cuesta.
Y para que no haya dudas del enorme parecido, cometen hasta
los mismos errores que el presidente de “esta nuestra
comunidad”, equivocándose más que una tonta haciendo punto
de cruz, lo que lleva a los vecinos a no hacerle ni puñetero
caso. Vamos, igual que a los de las gorras y los pitos que,
cuando asisten a una reunión y hacen gala de su
analfabetismo, en sus intervenciones, nadie le presta la más
mínima atención y es más, cuando abandonan la reunión, son
victimas del más puro cachondeo e incluso algunos han sido
hasta imitados en su forma de expresarse metiendo la patita
hasta el corvejón.
Hay una estrofa de la poesía de “El Piyayo” que dice: “a
chufla lo toman las gentes, a mi me da mucha pena y me causa
un respeto imponente”. Aplicándosela, esa estrofa, a estos
personajillos de las gorras y los pitos, servidor diría: “A
chufla lo toman las gentes, y a mi no me da pena ni me causa
ningún respeto esos mamarrachos”.
Y no me causan respeto, estos analfabetos con gorra y pito
de mando, porque su deporte favorito es tratar de hacerle la
vida imposible, a todos aquellos que tienen la desgracia de
estar bajo su mando. Manda… la cosa.
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