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Si el Puerto de la ciudad autónoma
quiere volver a ser uno de los pulmones económicos
fundamentales de Ceuta lo que menos necesita es la estéril
polémica que se ha generado, quién sabe a cuento de qué
intereses, alrededor del protocolo de actuación que la
Delegación del Gobierno pactó con las cuatro compañías
navieras en una reunión convocada por el propio Arreciado a
la que también asistieron representantes de Marina Mercante,
Capitanía Marítima, la Autoridad Portuaria y las Fuerzas y
Cuerpos de la Seguridad del Estado.
De aquella cita, que en principio debería haber servido para
unir fuerzas y coordinar intereses ha salido trasquilado el
delegado, al que se ha acusado de querer convertir a la
Policía Portuaria en “correveidiles”; las fuerzas de orden
encargadas de la seguridad de las instalaciones portuarias,
a las que se ha sumido en un intercambio de declaraciones
sobre cuáles son y dejan de ser sus competencias y los
empleados de las navieras que trabajan de cara al público,
que tras diez días de dimes y diretes aún no saben a ciencia
cierta a qué agentes deben dar parte de las amenazas y
coacciones de que puedan ser objeto, como han denunciado sus
representantes sindicales.
La trifulca no aporta ningún beneficio para nadie, salvo que
en realidad todo se deba a un juego de intereses e
influencias espurias absolutamente rechazable. Todas las
instituciones, policías y agentes socio-económicos tienen la
obligación de poner la mejor de sus voluntades para que los
ingentes esfuerzos que casi todos ellos están realizando en
pro de la reactivación del puerto de Ceuta no se quede en un
mero proyecto. Que los implicados en este berenjenal
volvieran a reunirse y, a puerta cerrada, con la
participación de CCOO y UGT, que ha aportado algunas de las
reflexiones más valiosas sobre el conflicto de los billetes
emitidos a nombre de residentes para utilizarlos otras
personas, resuelvan su diferencia y trasladen a la
ciudadanía una imagen de cohesión por el bien del puerto y
sus trabajadores sería, sin duda, lo mejor para una
infraestructura básica para Ceuta.
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OPINIÓN / EDITORIAL
