Guillermo Molina fue uno de los protagonistas de la edición
del viernes de ‘Ceuta en la onda’. El waterpolista ceutí,
medalla de bronce en el Campeonato del Mundo celebrado en
Melbourne y elegido mejor jugador del torneo, comentó de
entrada que “si la prensa especializada me concedió el MVP
del último Mundial fue gracias a mis compañeros. El
waterpolo es un deporte de equipo y para mí España fue el
equipo más valioso”, subrayó.
Su inclusión en el siete ideal del Campeonato del Mundo es
“un orgullo y un acicate para seguir entrenando duro cada
año”.
Guillermo, que mide casi dos metros y pesa 115 kilogramos,
ha evolucionado en los últimos años y se considera un
jugador polivalente. “Empecé defendiendo al boya rival, pero
he evolucionado en los últimos años y puede defender,
atacar, entrar en la posición de boya, pero puntualmente
porque no tengo la fuerza suficiente para jugar en esa
posición donde te dan muchos ‘palos’. Lo más importante es
mi polivalencia”, recalca el jugador del Barcelona.
Preguntado por la dureza del waterpolo, contesta que “yo
tengo la nariz rota” para añadir que “es un deporte bastante
duro pero a la vez muy noble”.
Guillermo Molina, que cumple su sexta temporada en el CN
Barcelona con el que tiene contrato firmado hasta el 2010,
explicó a Víctor Ramírez cómo es un día en la Ciudad Condal.
“Cuando estoy compitiendo con el CN Barcelona entreno de
once de la mañana a dos de la tarde, tengo unas horas libres
que me paso en el club y por la tarde dos horas más de
entrenamiento. En verano toca la selección y de siete de la
mañana a seis de la tarde estamos entrenando, viendo
vídeos... en el CAR de San Cugat”.
Su carrera está ligada a un club (el Barcelona) y a un
entrenador (Toni Esteller) a excepción del año que pasó en
Italia cuando fichó por el Pescara tras el Mundial de
Fukuoka. “Ese año maduré bastante porque el Barcelona es un
equipo campeón y en el Pescara no salieron las cosas. La
experiencia me sirvió para madurar como jugador”, enfatiza.
Los oyentes de ‘Ceuta en la onda’ tienen la oportunidad de
formular preguntas y a Guillermo se le interrogó por la
trágica muerte del portero Jesús Rollán. “A Jesús lo conocí
en el 2001 cuando entré en la selección. A las dos horas de
su fallecimiento un compañero me dejó un mensaje de voz en
el móvil y la jornada fue muy dura. Te das cuenta de que los
deportistas no son de hierro y también sufren y lo pasan
mal. Los deportistas somos de carne y hueso”, añade. A Ceuta
“la llevo en el corazón” porque “es mi ciudad y allí tengo a
mi familia, a mis amigos... A Ceuta la echo mucho de menos,
pero intento aislar este sentimiento porque de lo contrario
podría distraerme y afectar a mi rendimiento”.
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