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OPINIÓN - VIERNES, 4 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

El déficit
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En una entrevista reciente, para una emisora de radio gaditana, me preguntaron por cuestiones varias, y, lógicamente, se me inquirió acerca de la Asociación Deportiva Ceuta. El entrevistador quería saber las razones por las que el equipo llevaba dos temporadas sudando la gota gorda para mantenerse en la categoría, cuando antes jugaba fases de ascenso como algo habitual.

El periodista me había puesto a huevo la respuesta, así que le dije: porque antes tenía un presidente conocedor del mercado y capaz de reunir una plantilla con garantía suficiente para estar compitiendo con los equipos más destacados de la Segunda División B.

Y seguimos conversando acerca de un equipo en el cual los directivos han trabajado con más voluntad que acierto. Unos directivos que, asesorados por su entrenador, se han visto obligados a fichar en el mercado de invierno tanto o más jugadores que durante la época veraniega. Unos directivos convencidos de que el entrenador era un taumaturgo: un hacedor de cosas maravillosas; alguien capaz de obrar milagros. Y, claro, le concedieron al técnico todos los poderes habidos y por haber, a fin de que eligiera a los futbolistas.

Comenzó la temporada y la ADC no ganaba un partido ni por casualidad. Pero los directivos siguieron confiando en que, más pronto que tarde, la magia del hombre del banquillo se impondría a todos los errores que había cometido en la formación de la plantilla. Y hasta continuaban soñando con que el equipo hiciera algo sonado. Pero que si quieres arroz, Catalina.

Algunos directivos de la ADC, con tantos y tantos resultados negativos, debido al nulo rendimiento de jugadores recomendados por el entrenador, dieron en la manía de propalar que todo era consecuencia del déficit que arrastraba el club. Y que era así por el despilfarro económico cometido durante la etapa de José Antonio Muñoz. Y que ellos, por semejante causa, se vieron obligados a fichar barato. Así, trataban de echarle la culpa del fracaso a un presidente cuya extraordinaria labor nadie, ni siquiera sus más encarnizados enemigos puede poner en duda.

Llegado su día, y en vista de que el miedo a las derrotas se fue convirtiendo en pánico, causaron bajas muchos futbolistas y vinieron otros. Y se nos dijo que era necesario esperar a que los nuevos se adaptasen. Y todo ello porque tampoco se producían las victorias.

Sin embargo, uno se sentaba ante la televisión y el glosador de turno nos hablaba maravillas de los jugadores y nos contaba, con cierta admiración, cuanto se había preparado en los entrenamientos semanales. Y luego se ponía a emitir su opinión del partido. No sé si como comentarista especializado, directivo, aficionado, secretario técnico... Por él, por el glosador, a punto estuvimos de creer que la ADC es uno de los equipos que menos ha gastado en la confección de la plantilla. Y nos inducía a pensar, además, que salir de la zona peligrosa era ya un éxito.

Ante esa burda mentira repetida hasta la saciedad, el ex presidente callaba. Y dueño de un medio de comunicación y, por tanto, con posibilidades de exponer los desatinos cometidos por quienes se habían dejado hacer una plantilla descompensada en todos los aspectos, procuraba pasar por alto las ofensas. Para que las críticas contra directivos y técnicos, no acarrearan más problemas a una entidad que daba tumbos peligrosos.

Por ello, José Antonio Muñoz no entiende que haya cierto directivo conchabado con un narrador para cundir que el desastre deportivo se debe al déficit. Lo cual, amén de ser una mentira, evidencia que Felipe Escane cuenta en la directiva con un tontolaba. Y eso es peligroso. Para el club. Por supuesto que sí.
 

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