Desde que, hace ya casi un año,
Jerónimo Nieto fue destituido como delegado del Gobierno en
Ceuta, las relaciones de la institución de la Plaza de los
Reyes y las centrales sindicales no han vuelto a ser no ya
buenas, sino ni tan siquiera correctas. García Arreciado dio
un traspiés, como él mismo reconoció después, al responder
públicamente con cierta bravuconería a las centrales
sindicales tras su desencuentro en la Mesa por la Economía
y, desde entonces, CCOO no le perdona el menor desliz.
Ayer, la central que dirige en nuestra ciudad Juan Luis
Aróstegui volvió a aprovechar una frase que, sin precisar,
sonó imprudente, para volver a invitar al delegado
directamente a irse de la ciudad por “incompetente”. Lo
cierto es que el delegado no pidió a los ceutíes sin empleo
que se vayan de la ciudad porque aquí no van a encontrar
trabajo, sino que más bien les recordó que al otro lado del
Estrecho la economía marcha mejor y se roza “lo que
técnicamente se conoce como pleno empleo”.
En sí mismo, el recordatorio no merece reprimenda, máxime
cuando inmediatamente él mismo asumió que es necesario
redoblar los esfuerzos de la Administración para mejorar la
formación de los parados ceutíes. El problema está en que
transmite un mensaje pesimista en una ciudad muy sensible a
este tipo de advertencias, que en muchas ocasiones suenan o
se interpretan como apocalípticas.
Lo paradójico de la crítica de CCOO es que el sindicato
acusa al mismo tiempo a Arreciado de ser un iluso por decir
que en la economía ceutí se aprecian síntomas de que se está
recuperando y de enviar un mensaje agorero a los parados
locales instándoles poco menos que a dejar su tierra si
quieren tener empleo. El delegado se ahorraría polémicas si
precisase más sus valoraciones públicas y contuviese su
tendencia a la espontaneidad, pero las críticas de
Comisiones, constantes, hacia su figura corren el riesgo, si
no se templan, de confundir a la central con el partido que
comanda su líder y, por el camino, perder la parte de razón
que en muchas ocasiones tiene.
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