Cada año, desde 1892, el año en que se inauguró la actual
Plaza del Teniente Ruiz, se viene celebrando en nuestra
ciudad la efeméride del dos de mayo madrileño. Protagonista
de estos hechos, que fueron la primera muestra de hostilidad
a las tropas napoleónicas, que habían ocupado España camino
de Portugal, fue el ceutí Teniente Jacinto Ruiz Mendoza, y
en su honor, la ciudad que le viera nacer en 1779, celebra
los actos conmemorativos de la acción en la que participó,
hace hoy nada menos que 199 años.
Ceuta tiene en este Teniente uno de sus hijos más ilustres.
Figura prototipo del héroe romántico, se sabe que le
apesadumbró durante los meses que duró su vida tras la
acción del dos de mayo en Madrid el no haber muerto junto a
sus compañeros Daoiz y Velarde, y junto a todos los que
ofrecieron su vida en aquella jornada. El dos de Mayo
supone, en el plano histórico, no sólo el comienzo de la
guerra de la independencia, sino la inauguración de nuestra
historia contemporánea y, al mismo tiempo, el punto y final
de la vieja Historia, anquilosada en los viejos problemas
arrastrados desde la caída de los Austrias, y que habían
mantenido, como sucederá en ocasiones posteriores, alejada a
España del tren de la historia europea. Con estos actos en
Madrid, España retoma este tren de la Historia, y en ellos
tuvo un papel de primer orden el ‘Inmortal africano’.
Jacinto Ruiz nació en Ceuta y fue bautizado en la iglesia de
los Remedios, en la actual calle Real. En Agosto de 1795, a
los 16 años, entra a formar parte como cadete en el
Regimiento Fijo de Ceuta, donde ya había servido como
Capitán su abuelo paterno, don Antonio Nicolás Ruiz, y donde
su padre desempeñó el empleo de Alférez. Estando destinado
como Teniente en la capital del reino en mayo de 1808, le
cojen los altercados de la rebelión del pueblo madrileño,
que habían comenzado ésa madrugada en la localidad de
Móstoles, en su casa de la calle de san Bernardo. Ruiz
desoyó entonces las órdenes que tenía la soldadesca española
de disparar al tumulto que se había congregado en los
alrededores de la que hoy plaza del 2 de mayo de la capital,
y que entonces era donde estaba el Parque de Artillería.
Antes al contrario, se sumó al pueblo y participó de forma
muy activa en la toma del acuartelamiento, que se llevó de
forma efectiva. Pero la resistencia fue ardua, y el francés
disponía de cerca de 1000 hombres frente a los cerca del
centenar que resistían en el interior del cuartel. Ruiz fue
herido de extrema gravedad, y murieron los compañeros que,
junto a él, pasarían a las páginas de la Historia, Daoiz y
Velarde.
Salvado in extremis, fue reincorporado a los pocos meses a
un regimiento de Badajoz, ya con la guerra bien entrada,
pero las heridas pudieron con él y murió en marzo de 1809.
Sus cenizas se reparten entre La Coruña y Ceuta, y durante
un tiempo su nombre estuvo en un segundo plano del que
saldría en los años 80 del siglo pasado. Hoy, un busto de
mármol de Carrara recuerda a los ceutíes uno de sus hijos
más ilustres, símbolo de romanticismo.
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