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OPINIÓN - MARTES, 1 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / ALGO MÁS QUE PALABRAS

Una universal poética para una
política forestal internacional (y II)

 


Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
 

Los montes están desarbolados y, en su lugar, han crecido castillos de cemento, enjambres adosados que le han declarado la guerra a lo verde. Sin miramientos, la acción del hombre, se ha cargado los ancestrales bosques –verdaderos monumentos a la vida-, hasta el punto de que, en la actualidad, son casi una especie a extinguir aquellos paraísos verdorosos que, en otro tiempo, fueron curativos mantos de esperanza; los espesos y pomposos montes cubiertos de matorral de origen natural como resultado de las poéticas vibraciones ecológicas de las estaciones de la vida.

A mi juicio, considero que los montes son de todos y, por ende, a todos nos incumbe su protección. No es responsabilidad de un pueblo, de una comunidad o de un Estado. En este sentido, creo que la Unión Europea debería tomar buena nota de este foro que apuesta por una política forestal internacional y, hacer lo propio, mediante activas políticas forestales comunes. Bien es sabido que la unión hace la fuerza. La contaminación, por ejemplo, es un producto del progreso global, que requiere soluciones globalizadas con urgencia, puesto que es la mayor amenaza para la futura supervivencia de nuestras masas forestales. Convendría que nos preguntásemos, antes de que sea demasiado tarde, ¿cuándo se van a cumplir los distintos acuerdos internacionales sobre reducción de emisión de contaminantes? La decisión de los países europeos de reducir sus emisiones en un 20 por ciento para el año 2020, en caso de que no pueda ser antes, debe ser de obligado cumplimiento. La situación no es para menos.

Desde luego, si queremos legar bosques en buen estado, el destierro de los agentes contaminantes ha de ser algo tan real como la vida misma. En la naturaleza, por desgracia, además proliferan los obreros de mal gusto en puestos de ejecución. Resultado: desorganización total, desorden en ordenación y planificación, restauraciones forestales que no siguen una planificación con criterios ecológicos… Todos estos despropósitos, y otros más, aparte de las incertidumbres que suelen generar, confieso que me producen un intenso pesimismo; un dolor grande de pensar que los bosques nos muestran sus brazos caídos, mientras el ser humano mira para otro lado como si no fuera con él esta historia. Si el futuro ya es algo común para la especie humana, la naturaleza es el espacio colectivo de presencias y presentes. Nos conviene, pues, conjuntar y conjugar acciones estéticas, antes de que nos abandone el verso, y pasemos todos a ser pasado de un orbe lleno de cenizas.
 

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