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OPINIÓN - MARTES, 1 DE MAYO DE 2007

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Yo quiero ser marinero de tu bahía// De tu bahía, yo quiero ser marinero. Eso dice una letra de una canción compuesta por Agustín González, dedicada a los pueblos asentados en la bahía gaditana. Y haciendo caso a lo que dice la letra, de esa canción, me he sentido marinero de ese precioso pueblo de la bahía gaditana, donde nació mi amigo y compañero Manolo de la Torre, el Puerto de Santa María.

Todos los pueblos bañados por el mar, tienen multitud de similitudes y, por ellas, hace que ese mar actúe como un imán que une a todas sus gentes, no haciéndoles sentirse extraños sino todo lo contrario iguales y semejantes en su ser y sentir. Y esa es la sensación que me he traído del Puerto de Santa María, en esa ferias dedica a Ceuta.

Manolo ha sido, durante los días que hemos permanecido allí mí guía. Un guía del que he podido comprobar, algo que como amigo suyo me llena de orgullo, el gran cariño que le profesan sus paisanos que le buscaban, por todas partes, para fundirse con él en un abrazo sincero de cariño y amistad. En más de una ocasión, Manolo, ocultaba tras sus gafas oscuras unas lágrimas rebeldes.

Me he sentido feliz, tremendamente feliz, en esos días de estancia en el Puerto de Santa María donde, jamás, me he sentido un extraño por el trato recibido de las gentes del Puerto y, sobre todo el comportamiento, en todo momento, de las amistades realizadas cuando ellos nos visitaron.

Nuestra “base de operaciones” la instalamos en el hotel “Los Cántaros” donde su propietario, Eugenio Pedregal, nos colmó de atenciones que según sus propias palabras para compensar, de alguna manera, las atenciones que había recibido en su visita a Ceuta y a la peña del Ladrillo. Si algún día van a El Puerto, no se olviden del nombre de ese coqueto hotel instalado en el centro de la ciudad.

Como, Manolo y yo, no podremos olvidar el trato recibido por Rafael Osborne, al que fuimos a saludar a una de sus bodegas, que el mismo tuvo la gentileza de servirnos de cicerone, en el recorrido por la mismas. Rafael me contó una anécdota sobre “los ratones de las bodegas”, que otro día les contaré.

Rafael Osborne es un señor en toda la extensión de la palabra. El saber ser y estar, en todo momento, son cualidades que no se adquieren con el paso del tiempo. Y Rafael Osborne tiene acumulada todas esas cualidades innatas, tan difíciles de poder adquirir si no se nacen con ella. Caballero andaluz, señorial en su propio señorío, nos hizo sentirnos orgullosos de poder contar con su amistad. Gracias por todo, Rafael.

Conocer a la hija de Manolo, Mili, ha sido una enorme satisfacción. Desde el primer momento me sentí atraído por su enorme simpatía, dándome la sensación de que la había conocido de toda la vida, a ella y a su marido Yuyu.

Mujer andaluza, con esa belleza tan característica de las mujeres de esa tierra, que tan genialmente plasmó Julio Romero de Torres, repartiendo simpatía a raudales nos hizo pasar una velada agradable, de esa que no se pueden olvidar. Espero que no se me enfade Yuyu por el piropo. Un abrazo a los dos.
 

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