Yo quiero ser marinero de tu
bahía// De tu bahía, yo quiero ser marinero. Eso dice una
letra de una canción compuesta por Agustín González,
dedicada a los pueblos asentados en la bahía gaditana. Y
haciendo caso a lo que dice la letra, de esa canción, me he
sentido marinero de ese precioso pueblo de la bahía
gaditana, donde nació mi amigo y compañero Manolo de la
Torre, el Puerto de Santa María.
Todos los pueblos bañados por el mar, tienen multitud de
similitudes y, por ellas, hace que ese mar actúe como un
imán que une a todas sus gentes, no haciéndoles sentirse
extraños sino todo lo contrario iguales y semejantes en su
ser y sentir. Y esa es la sensación que me he traído del
Puerto de Santa María, en esa ferias dedica a Ceuta.
Manolo ha sido, durante los días que hemos permanecido allí
mí guía. Un guía del que he podido comprobar, algo que como
amigo suyo me llena de orgullo, el gran cariño que le
profesan sus paisanos que le buscaban, por todas partes,
para fundirse con él en un abrazo sincero de cariño y
amistad. En más de una ocasión, Manolo, ocultaba tras sus
gafas oscuras unas lágrimas rebeldes.
Me he sentido feliz, tremendamente feliz, en esos días de
estancia en el Puerto de Santa María donde, jamás, me he
sentido un extraño por el trato recibido de las gentes del
Puerto y, sobre todo el comportamiento, en todo momento, de
las amistades realizadas cuando ellos nos visitaron.
Nuestra “base de operaciones” la instalamos en el hotel “Los
Cántaros” donde su propietario, Eugenio Pedregal, nos colmó
de atenciones que según sus propias palabras para compensar,
de alguna manera, las atenciones que había recibido en su
visita a Ceuta y a la peña del Ladrillo. Si algún día van a
El Puerto, no se olviden del nombre de ese coqueto hotel
instalado en el centro de la ciudad.
Como, Manolo y yo, no podremos olvidar el trato recibido por
Rafael Osborne, al que fuimos a saludar a una de sus
bodegas, que el mismo tuvo la gentileza de servirnos de
cicerone, en el recorrido por la mismas. Rafael me contó una
anécdota sobre “los ratones de las bodegas”, que otro día
les contaré.
Rafael Osborne es un señor en toda la extensión de la
palabra. El saber ser y estar, en todo momento, son
cualidades que no se adquieren con el paso del tiempo. Y
Rafael Osborne tiene acumulada todas esas cualidades
innatas, tan difíciles de poder adquirir si no se nacen con
ella. Caballero andaluz, señorial en su propio señorío, nos
hizo sentirnos orgullosos de poder contar con su amistad.
Gracias por todo, Rafael.
Conocer a la hija de Manolo, Mili, ha sido una enorme
satisfacción. Desde el primer momento me sentí atraído por
su enorme simpatía, dándome la sensación de que la había
conocido de toda la vida, a ella y a su marido Yuyu.
Mujer andaluza, con esa belleza tan característica de las
mujeres de esa tierra, que tan genialmente plasmó Julio
Romero de Torres, repartiendo simpatía a raudales nos hizo
pasar una velada agradable, de esa que no se pueden olvidar.
Espero que no se me enfade Yuyu por el piropo. Un abrazo a
los dos.
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