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sociedad - LUNES, 30 DE ABRIL DE 2007


jovenes en la playa. nicol's.

reportaje / puente de mayo
 

Una Ceuta despreocupada recibe
en bañador el puente de mayo

Pese a que durante la mañana del
domingo el tiempo parecía dispuesto a echar por tierra los planes de los ceutíes, el día abrió y se llenaron las playas y los merenderos
 

CEUTA
Oscar Varela
oscarvarela@elpueblodeceuta.com

Los ceutíes aprovecharon la mañana de ayer domingo, casi en el ecuador de este largo puente, para disfrutar con las distintas opciones que ofrece la ciudad, que parece comenzar a tomarle el pulso al buen tiempo, que se espera termine de llegar. Por el momento, y poco a poco, la gente se fue acercando a las playas y a los lugares de recreo que salpican la ciudad. al principio muy tímidamente, ya que corría por los cuerpos cierto temor ante las nubes que por momentos cubrían el cielo y el poniente parecía cobrar fuerza, pero un poco de valor para aguantar el fresco en la tumbona, y muchas ganas de disfrutar de la jornada, hicieron que a mediodía el ambiente se fuera animando.

La mañana comenzó apacible y tranquila en el paseo del Revellín, la gente caminaba tranquila hacia ningún lugar en concreto, y las terrazas de los cafetines de la Gran Vía se empezaban a llenar con quienes desayunaban leyendo la prensa dominical. Aquellos que de mañana fueron llegando a las playas de la ciudad, paseaban distraídos frente a un mar que se presentaba, en la bahía sur, plácido y azul como una pintura. Pocos pensaban que la tarde se iba a presentar tan plácida y cálida, al menos no a media mañana con las nubes que llegaban de poniente, a ratos negras y amenazantes de lluvia, a ratos enormes cúmulos blancos que oscurecían la atmósfera primaveral que el sol brindaba con sus iniciales tímidos rayos.

Hubo quienes se acercaron de mañana al Parque Marítimo del Mediterráneo buscando los primeros rayos de sol, pero de nuevo parece que la primavera y su variable carácter se aliaron contra los optimistas ceutíes, que acudieron con cuentagotas hasta bien entrado el mediodía, cuando se animó más gente a dejarse ver tomando el sol.

Los que sí se llenaron fueron los chiringuitos playeros, e incluso las orillas de las playas tomaron por momentos una atmósfera veraniega, con bañistas y niños jugando con las pelotas de plástico, sacadas del baúl para comenzar a disfrutarlas y maltratarlas en la arena y la frialdad del agua. La arena volvió a ser una página en blanco en la que dibujar y delinear los márgenes del imaginario escenario de batallas deportivas, y el colorido de los bañadores se tumbaba sobre las toallas apenas desperezadas todavía del largo letargo del invierno.

Pero si el día fue poco a poco animando a una animada jornada preveraniega, también ofreció la montaña sus valores naturales y las posibilidades que encierra junto a sus misterios. El ‘camping’, o, como suele decirse en un habla más tradicional, de más tronío y raíces, el ‘domingueo’ de siempre, es costumbre bien arraigada en Ceuta, que ve sus campos llenarse de barbacoas, casetillas de fin de semana y sangrías con trocitos de fruta.

Salir al campo a comer, a pasar una jornada en familia, a hacer deporte respirando el aire perfumado del comienzo de la primavera, es un placer que muchos ceutíes no quieren perderse, y una alternativa a la previsible aglomeración de las playas. Pero una vez más, el domingo pareció unirse a Eolo malhumorado, y trajo de poniente un viento ‘repelente’ que a punto estuvo de dar al traste con una jornada que todos los telediarios habían prometido excelente, y que renqueaba hacia una tarde de sol, sin terminar de germinar éste por completo.

Las familias ceutíes armaron los coches con sillas y mesas de domingo, tortillas y pinchitos tomaron los puntos donde es tradicional acudir a comer al aire libre. Aranguren y el Desnarigado vieron llenarse los merenderos de comida preparada en casa y de griterío acompañado por las risas despreocupadas de los ceutíes que han decidido pasar estos días sin marcharse muy lejos. Las playas de Benítez y Calamocarro también acogieron a decenas de personas que querían disfrutar del merecido descanso dominical, y posar su mirada en un puente que llena de alegría a quienes lo disfrutan y de envidia a quienes tienen que trabajar durante estos días en los que la mayoría de la gente se relaja.

Las calles desiertas del centro de la ciudad hablaban por sí mismas, hablaban en un murmullo de escasos paseantes, y vociferaba en los restaurantes que estaban hasta la bandera. Los llanos de la Marina se llenaron desde primeras horas de deportistas que jugaban en sus pistas, y con pequeños que hacían del tradicional ‘rescate’ o el ‘pañuelo’ el teatro del mundo reducido a este pequeño gran espacio de entretenimiento.

La tarde, plácidamente, avanzaba cada vez en mejores condiciones pese al viento impertinente, que parecía empeñarse en echar al traste las espectativas de los recreados ceutíes. Pero no, no pudo con las ganas de disfrutar. El mar ofrecía también, en la bahía sur, un espectáculo de lanchas sobre las olas. El deporte náutico, uno de los más valorados por los ceutíes, también tuvo ayer un día bueno para sacarle partido. Quienes fueron al puerto deportivo a limpiar y cuidar su barco no pudieron resistirse, pese a la impertinencia persistente del poniente, a sacarlo a dar una vuelta sobre un mar plano.

Un domingo de abril que parecía un día de los más tranquilos de agosto. Las calles no veían apenas paseantes, salvo alguno distraído o que se había perdido en busca de un sitio donde comer. El ruido, la cacharrería diaria de tráfico y transeúntes se había esfumado, y el movimiento de brazos y de labios hablando o discutiendo había dejado la ciudad buscando un punto de tranquilidad en lugares cercanos aunque alejados del bullicio diario de la actividad. Quienes disfruten del puente, que aprovechen el descanso.
 

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