La barriada de Varela - Valiño nació hace ya cerca de 50
años. En todo este tiempo ha vivido muchos cambios, pero los
más importantes son los que comenzaron con el primer Plan de
Remodelación de Barriadas, cuando empezaron a remodelarse el
trazado de las aceras y se le comenzó a dar un aire nuevo al
barrio. “Todo esto al principio era campo, y la necesidad de
vivienda llevó a construir aquí una serie de casas en un
régimen similar al de protección oficial”, explica Nieves
Contreras, presidenta de la Asociación de Vecinos de Varela.
A las casitas de construcción baja de la calle de Valiño le
han sucedido una serie de bloques (cinco en concreto) no
excesivamente grandes, y las casitas de Varela han crecido
un poco hacia arriba, aunque no excesivamente. De cualquier
forma, los cambios en la barriada les parecen en general
sustanciales y apreciables a los cerca de 300 vecinos que
allí vive, en esas humildes casa de no más de 40 metros
cuadrados.
La mayor parte de esta población es gente mayor, aunque se
aprecia cada vez más la llegada de gente joven que comienza
a darle algo más de vida al barrio. Pese a que el desempleo
es importante, no cunde el desánimo, y los planes para
remodelar la escasa oferta de ocio que, por desgracia, tiene
la barriada, son ingentes, y la asociación no para de
moverse para pedir que se arregle el polideportivo. Es este
asunto algo escabroso, ya que los vecinos se quejan de no
tener acceso a él salvo en contadas ocasiones, como para
celebrar las fiestas de la barriada, por ejemplo. A los
vecinos de Varela lo que les gustaría es que el ICD les
dejara libre acceso, que fue lo que les prometieron cuando
lo construyeron.
Por lo que se refiere a las infrastructuras, en Varela están
de acuerdo en que las cosas han mejorado, pero todavía colea
un problema que viene muy de largo, quizá demasiado. El caso
es que los muros de las casa rezuman desde hace años, casi
desde siempre, aguas fecales, con todas las incomodidades y
problemas de salud pública que esto implica. La ciudad lleva
años tratando de encontrar el origen y buscar una solución,
pero parece que lo han dado por imposible y han aparcado el
asunto, que Nieves lleva denunciando desde hace 12 años, y,
como decía, viene desde antes.
Pese a todo, los niños siguen jugando y alegrando con sus
juegos las calles del barrio, y eso que una de las cosas que
más preocupa en Varela es la falta de un sitio donde puedan
jugar. Ante la falta de lugares de esparcimiento asequibles
(no podemos olvidar que no pueden usar el polideportivo
siempre que quieren), la picardía infantil actúa y se buscan
las castañas para jugar al balón en el llano que hay justo
detrás, colindando con Solís y con san Daniel. El problema
es que este llano es utilizado en la actualidad para aparcar
los coches, una muestra más de la deshumanización de las
pequeñas ciudades, por lo que los pequeños corren un alto
riesgo de sufrir algún percance. Los últimos planes de
remodelación de barriadas dieron un vuelco a la imagen
exterior de Varela-Valiño. El alumbrado ha mejorado
bastante, y la limpieza de las calles tiene muy contentos a
los vecinos. La tranquilidad es la nota dominante en la
música diaria del barrio, que es seguro y no presenta ningún
problema ni de convivencia ni de robos o peligrosidad.
Con todo, esta tranquilidad a veces lleva implícita cierta
melancolía, la melancolía que ha quedado en los locales
comerciales que han ido cerrando. En el antiguo mercado
ahora se sitúa el local social de la asociación. Su
presidenta nos explica cómo muchos comercios fueron
cerrando, y pese a la proximidad del mercado de Hadú, se
echa de menos el ajetreo y el pulso que le daba a la
barriada. Éste sería un buen proyecto para Varela-Valiño,
además de arreglar el casi eterno problema de las aguas
fecales, y de abrir el polideportivo a los pequeños. Por lo
demás, salvo unas pinceladas en las aceras más deterioradas,
los cambios han ido para bien, y se espera que así sigan.
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