La Cámara Oficial de Comercio,
Industrias y Navegación cumple cien años de existencia y,
con motivo de ello, han sido programados una serie de actos
que, precisamente, se iniciaron el pasado día 23 con una
conferencia a cargo de Francisco Olivencia Ruíz, bajo el
título de “Un siglo y tres generaciones”.
Escribir sobre la Cámara de Comercio o sobre Paco Olivencia,
tanto monta tanto me va llevar, por vez primera en mi vida,
quizás a no ser todo lo objetivo que quisiera por el gran
afecto que le tengo al organismo y a mi gran amigo Paco. Un
organismo donde tuve el honor de prestar mis servicios
durante treinta y cuatro años, teniendo hasta el año 2000 a
mi amigo Paco, como secretario general de la misma. Y es
que, resulta ser cierto, que cuando manda el corazón la
razón no te hace caso. Y en esta ocasión, al ponerme ante el
ordenador, a tratar de hilvanar unas pocas de letras sobre
el asunto, el corazón me ha dejado a un lado toda la razón.
La Cámara de Comercio, que hoy preside Luis Moreno Naranjo,
ha formado durante más de tres décadas parte inseparable de
mi vida. No puedo olvidar, al acordarme de aquellos
magníficos años a mis compañeros de fatiga, en aquellos
momentos, Pedro José de Paúl y Manolo Alvarez, a los que
profeso un enorme cariño. Y les decía que me siento
orgulloso, porque aquella entrega de todos los funcionarios,
en pro de la Cámara, lo he comprobado, se sigue manteniendo
hoy día con los funcionarios actuales, anteponiendo los
beneficios a la Cámara a sus propios intereses. Ese atender
con educación exquisita, a todos cuantos llegan a solicitar
cualquier servicio de la Cámara e incluso tratándoles de
prestar ayuda en cuestiones ajenas a la entidad se sigue
manteniendo por los actuales funcionarios. Y es que, la
Cámara de Comercio, no es un trabajo, es un sentimiento. ¿O
no, Paco?. Nadie, a estas alturas de mi vida, desconoce la
gran amistad que me une con la familia Olivencia, escrita en
esta sección en varias ocasiones. Una amistad de la que me
siento orgulloso y honrado de poder tenerla y saber que el
afecto es mutuo. Hablar, por tanto, de Paco se me hace muy
cuesta arriba al no encontrar, ni las palabras ni los
adjetivos suficientes para calificarlo porque la amistad al
ser un sentimiento, todos los reflejos afectivos se muestra
con el corazón y no con palabras más o menos bien escritas.
Puesto que los sentimientos carecen de los vocablos
apropiados para poder describirlos en toda su esencia.
Paco, mi gran amigo, es un cuerpo de hombre que encierra un
alma de niño incapaz de hacer mal nadie. Han sido tantas y
tantas las vivencias junto a él durante más de dos décadas
que serían imposibles poder resumirlas en este corto
espacio. Desde nuestras idas, en el viejo Fiat al Murube,
hasta ese camino recorrido junto a Paúl y Manolo Alvarez en
nuestra entrañable Cámara de Comercio donde el compañerismo
convertido en amistad, por todos nosotros, siempre dio paso
a cualquier otra cosa a pesar de que, Manolo Alvarez era del
Barcelona.
Paco, amigo del alma, recordaste como no podía ser de otra
forma a tres generaciones que tanto influyeron en la vida de
esta tierra nuestra que te duele el lama de tanto quererla.
Un abrazo, amigo.
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