Al hablar con los alumnos del taller de grabado dio la
impresión de que se habían quedado con ganas de más y es que
han sido ocho días de intenso trabajo. “Me ha gustado mucho,
no tenía ni idea de esto del grabado. Me apunté porque
viendo la exposición me pareció interesante ver cómo se
hacía”, comenta Sergio, “francamente hemos aprendido
bastante, las técnicas de linóleo, acetato, y planchas de
zinc”.
La profesora del taller, Rosario García, diferenció dos
fases en el aprendizaje, se trabaja de negativo a positivo.
“Hemos pasado de la oscuridad a la luz, de trabajar en
relieve con linóleo a punta seca y descubrir luces y sombras
directamente”, dijo Nieves, que nunca antes había probado
con el grabado. Se enteró de la convocatoria del curso por
la prensa y ahora se da cuenta de la complejidad que entraña
un arte que se remonta al siglo X a.c., cuando en China se
realizaron los primeros grabados en madera. “Es laborioso y
te puede mostrar lo barato que es un grabado para el trabajo
que tiene”, confiesa Nieves.
Los alumnos apuraron las lecciones de Rosario García y
esperarán la segunda edición de un taller, que se supone que
tendrá una continuidad “pero ya se verá”.
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