Cuando se llega a la tierra del
vino fino, es decir, cuando se ponen los pies en El Puerto
de Santa María, visitar las bodegas es un ejercicio casi
obligado. Aunque no todo el mundo tiene la suerte de contar
con un guía que se llame Rafael Osborne. Fue en la Bodega
del Tiro donde Andrés Domínguez y quien escribe, pasamos un
rato delicioso durante una mañana que olía ya a Feria de
Primavera dedicada a Ceuta.
Rafael Osborne, con su señorío característico, tan habitual
en quienes llevan su apellido, nos fue contando los
pormenores de la crianza del brandy y nos habló de cómo los
vinos adquieren su madurez entre silencios y oscuridades,
que inducen a los ratones a convertirse en adictos a la
bebida de unos caldos que hacen ver la vida de manera bien
distinta. La anécdota de los ratones es tan cierta como
causa de que uno pueda desternillarse de risa por la forma
que tiene el anfitrión de contarla.
Comer entre amigos fue el siguiente paso que dimos, Andrés y
yo, en un día donde Ceuta iba a ser la protagonista de unas
fiestas donde los portuenses tratan por todos los medios que
nadie se sienta forastero en ella. Y a fe que lo consiguen.
Aunque juegan con una gran ventaja: te conquistan con un
vino hecho con “ciencia y a conciencia, con amor y mimo”, y
al que nombran cual fino.
El recinto ferial de Las Banderas nos recibió con el clásico
clima primaveral. Incluso el cielo amenazaba lluvia. Pero se
procedió al encendido de la portada y comenzó la Feria
dedicada a los ceutíes. Inmediatamente, estalló la alegría.
Y se produjo el consiguiente jolgorio entre los asistentes.
Saludos por doquier, felicitaciones y ambiente de hermandad
entre cuantos han hecho posible que ambas ciudades
participen en un acontecimiento destacado en la Bahía
gaditana.
Noche, pues, la del miércoles pasado, que ha servido como
prólogo de los días grandes que nos esperan hasta el
domingo. Porque la Feria de día es un espectáculo: se baila,
se canta, se bebe, se come, y... los ojos terminan doliendo
de tanto observar esa cruz que el traje de faralaes
convierte en cauce sinuoso que invita a perderse en la
suerte de un mirar indiscreto. Mirar indiscreto que uno
confiesa haber practicado ya en la Caseta de Ceuta. Bonita
donde las haya. Y repleta de un público ávido de
disfrutarla.
En medio de ese ambiente, saludé a Burgueña, entrenador del
Portuense, que charlaba animadamente con Juan Vivas, ante la
presencia de Fernando Gago, el alcalde del Puerto. Burgueña
tuvo palabras elogiosas para la Asociación Deportiva Ceuta.
Le dije que había leído en El Pueblo que podía ser el
próximo técnico del equipo caballa. Pero ninguna respuesta
obtuve de él: tal vez porque alguien llamó mi atención y le
perdí de vista.
Juan Vivas se mostraba contento. Pues sabe que ganará las
elecciones. Y conviene decir que conquista a la gente con
una facilidad pasmosa. Cae bien al primer golpe de vista.
Algo que he apreciado, una vez más. También tiene don de
gentes Javier Turel; actor que se puso a contarme que había
hecho el servicio militar en Ceuta y a las órdenes directas
del coronel Joaquín de los Ríos. Del cual habló mucho y
bien. Lo normal si uno decide referirse a De los Ríos.
Hemos sido testigos, por tanto, del comienzo de la Feria de
Primavera y del Vino Fino, dedicada a Ceuta. Ciudad que ha
sido motivo de comentarios en todos los corrillos. Para
decir de ella lo que todos conocemos ya: que está preciosa y
moderna. Aunque no haya verdades absolutas.
|