Me ha llenado de alegría el saber
y conocer que los monos, después de tres años han vuelto,
han vuelto a San Amaro. Me imagino, si no es mucho imaginar
que los monos también estarán locos de contentos de haber
vuelto a casa y, mucho más, teniendo en cuenta que la misma,
la nueva, está considerada por los entendidos, como una de
las mejores instalaciones de España para su especie. O sea,
las cosa claras para entendernos, que no es una casa
cualquiera ni, por supuesto, una de esas celebres casas de
treinta metros donde cuando entra el sol se tiene que salir,
uno a la cale, para que haya sitio para el sol, ni una
casita de papel en Canadá ¡Anda que no hay personal que echa
de menos el sol, poniéndose cara al mismo para estar
morenitos!.
Calor que esos son todos los nostálgicos de ponerse morenos
oca arriba y cara al sol, tumbados en las playas con un
“pelotazo” en sus manos. Oiga, amigo guardia, que como las
meigas haberlos haylos. Todo es cuestión de gustos, estar
morenos o más blanco que la leche sin que te dé el sol.
Aunque, es justo reconocer, que estando mucho tiempo,
tumbado boca arribas mirando el sol puede ser perjudicial
para la salud.
Perdón, estaba hablando de los monos, de su regreso a casa,
y se me ha ido el santo al cielo con el sol y esas cosas que
hacen, que sin saber por qué razón o causa, te desvías de lo
que estabas haciendo y te vas por la vía de Tarifa. Así que
volvamos al asunto que nos ocupa, que es la vuelta a casa de
los monos de San Amaro.
Uno piensa que los monos nunca se fueron de San Amaro,
porque en el pensamiento de todos los ceutíes siempre
estuvieron allí, aunque sólo fuera en e pensamiento donde
guardamos nuestros mejores recuerdos de ese parque
inolvidable, al menos, para los niños de mi generación.
Ese visitar el parque, nuestro parque, ver el magnifico
espectáculo que ofrecían al abrir sus colas los pavos
reales, continuar caminando de forma ascendente para
encontrarnos con la jaula de los monos y lanzarles un trozo
de pan duro, porque de cacahuetes, en aquella época, no
había un dios que le diera un cacahuete a un mono que eso
era, para nosotros, un artículo de lujo, y no era plan de ir
tirando esa clase de articulo, por muy mono que fuese el que
estaba en la jaula. Para que nadie pueda decir, que estamos
contra la pariedad en aquella época, en la jaula había un
mono y una mona, con lo cual se podría decir que la cosa,
estaba al cincuenta por ciento, muy mona y, por supuesto,
acompañada de algo muy mono. Las cosas claras para que no
hay equívocos.
No es descabellado reconocer que, junto a cosas muy monas,
existen otras que desde el punto de vista femenino, son muy
monos. Que, servidor, ha escuchado decir a algunas chicas,
mira que chico tan mono. Y al contrario unos chicos, al
referirse a algunas chicas, han exclamado que chicas más
monas. ¡Hay cada monería, por estos mundos, que le hace a
uno volver la cabeza a su paso, para seguir contemplándolas
hasta que se pierden de vista!
Volviendo a los monos, que como les decía al principio, me
alegro una jartá que hayan vuelto, de nuevo, a casa.
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